Los paparrachos y las playas vírgenes

Este puente del 1 de mayo lo hemos pasado en Cabo de Gata. Era nuestra primera vez allí (aunque llevábamos tiempo queriendo ir ante tanta maravilla escuchada) y vimos muchas cosas como para recoger la experiencia en un post. Lo que sí da para una entradilla en este irregular blog fue nuestra primera experiencia con niños en una “playa virgen”.

En Cabo de Gata abundan las playas vírgenes. Entiéndase como virgen aquella que carece de todo tipo de servicio público (incluidas duchas, papeleras o fuentes) y, por supuesto, de establecimiento de ningún tipo. Normalmente están alejadas de los núcleos urbanos y tienen accesos complicados. Unos mucho y otros bastante, por lo que pudimos comprobar.

Nosotros íbamos bien avisados, ya que desde el estupendo blog de nuestra amiga Pili Manrique ya nos habían dado todas las indicaciones, perfectamente complementadas de manera personal justo antes de irnos. Por eso, aquella mañana nos llevó más de tres horas prepararnos para ir: levantar a los niños, desayunos, preparar purés, fruta, agua, meriendas varias, ropa de playa, sombrilla, juguetes para la arena, minitienda para que no le dé el sol al bebé, snorkel… un cuadro, vaya.

Para no alargarnos más en los preparativos, decidimos hacernos la comida (bueno, los bocatas) en la misma playa. Así que llenamos el coche como si emigrásemos a Alemania y nos acercamos a una tienda a comprar las vituallas. Ya estábamos listos para ir a la playa. Aún no eran las 11 de la mañana… ¡nos sentíamos unos fenómenos! ¡Íbamos a ser casi los primeros en llegar!

¡¡¡Los primeros en llegar, dice!!!

¡¡¡Los primeros en llegar, dice!!!

Estábamos alojados en San José, justo al ladito de las dos playas vírgenes más famosas de Cabo de Gata: Mónsul y Genoveses. A las dos se accede por la misma “carretera” desde San José. Mónsul está a unos 5 kilómetros y Genoveses a mitad de camino. El plan era claro: vamos primero a la más lejana, pasamos allí la mañana, comemos y a la otra a pasar la tarde. Además, en caso de que el tema se complicase y sólo pudiésemos o quisiésemos ver una ese día, optábamos por Mónsul por su papel en la historia del cine (Indiana Jones y la última cruzada, Las aventuras del Barón de Munchausen, El viento y el León…) y la cultura (el videoclip de “Ave María” de Bisbal, jiji).

Bisbal e Indy. Dos mitos bien distintos compartiendo playa virgen.

Bisbal e Indy. Dos mitos bien distintos compartiendo playa virgen.

Así que, 5 kilometrinos por la pista de tierra. Una pista de tierra que bien podía haberse diseñado como instrumento de tortura para que los coches que han sido malos deen vida paguen por sus pecados. Qué vibrar, qué ruidos en un coche que cumplía ese día 1 año de vida, qué cantidad de mierda adherida a toda su superficie… un primor. Nos llamaba la atención el no estar prácticamente solos. Formábamos parte de una muy cívica caravana a 20 km/h que generaba unas nubes de polvo marrón muy cinematográficas ellas también.

Y llegamos allí ¡y el parking que está lleno, oiga!

– ¿Y ahora qué hacemos?

– A lo largo del camino no se puede aparcar o te lleva la grúa el coche…

– ¡No, no, que hace 5 minutos había una zona en que se podía aparcar para acceder a una de las calas entre las dos playas!

– Pues venga, rápido, no se vaya a llenar también.

Por los pelos, cogimos uno de los últimos sitios. Ya sólo faltaba coger TODO lo que habíamos preparado esa mañana y caminar hacia la playa. Con dos niños y un carrito de bebé, vehículo perfectamente diseñado para rodar por la arena, como ustedes bien saben.

La escena era dantesca. 700 metros (lo he mirado en el mapa) más cargados que Ortega Cano el día de su boda, arrastrando marcha atrás el carrito con el neñu, cayéndosenos las cosas por el camino… ríete tú de las aventuras de Calleja. No sabéis qué alivio al llegar y ver la playa. Descargar todo el material me produjo una satisfacción difícil de expresar con palabras. ¿Y la playa? muy bonita, sí, pero… ¿mucha gente, no? Pues aquello era sólo el principio. Por aquella carretera seguían llegando coches y empezaron a aparcar en el camino, algunos a 100 metros de la playa (cabrones…), pero claro, ¿qué cojones va a venir aquí la grúa si entre ir, enganchar un coche y volver tardaría hora y media y hay como 100 coches mal aparcados?

La playa es una preciosidad, no me digáis que no. La pena es que con tanta gente pierde el encanto y con niños ni te puedes plantear subir a la duna que trepa sobre la loma desde la que está hecha esta foto tan maravillosa.

La playa es una preciosidad, no me digáis que no. La pena es que con tanta gente pierde el encanto y con niños ni te puedes plantear subir a la duna que trepa sobre la loma desde la que está hecha esta foto tan maravillosa.

Total, que nos llevó un buen ratito quitarnos el cabreo de encima y empezar a disfrutar de la playa, que en aquel momento no estaba como San Lorenzo o Benidorm, pero había más densidad humana que en la mayoría de las playas de Ibiza o Costa Brava. Daba igual. Era el momento de disfrutar, que teníamos todo el día por delante. Así fue durante unos minutos, hasta que escuché estas fatídicas palabras:

– ¡¡Nos hemos dejado la bolsa del carrito en el apartamento!!

¡La bolsa del puto carrito! ¡Con las toallitas y los pañales! ¿Qué esperanza de vida playera nos dejaba este descubrimiento? ¿Cómo podía ser posible que en el cargamento que llevábamos no hubiera ni un pañal escondido en algún sitio? Un montón de ideas revoloteaban en mi mente aturdida cuando de repente me di cuenta de otra cosa:

– ¡¡¡¡El pan, mamanatas, que no hemos comprado pan!!!!

¿Qué íbamos a comer? ¿una lata de bonito a cucharadas? ¿una barra de fuet a mordiscos? Nosotros podríamos arreglarnos, ¿pero el guaje? El único que estaba con el sustento garantizado era el pobre neñu, con su puré en el termo. Allí estaba feliz, inconsciente de nuestro desatino con los preparativos.

Dos horas aguantamos en la playa. Nos dolían los dedos del cruce permanente confiando en la bondad del neñu para no cagarse encima y complicarnos más la vida. Cumplió; es un santo.

El retorno al coche no os lo vamos a contar, porque fue tan coñazo como la ida, pero sin la esperanza de encontrarse algo bonito al llegar. Pese a lo que pueda parecer al leer esto, fue un día muy divertido que completamos con la visita al faro del Cabo de Gata y al Cortijo del Fraile (otra carretera infernal de tierra, más larga todavía), donde se rodaron secuencias de El bueno, el feo y el malo y donde ocurrió el triste suceso en los años 20 que recogiera Lorca en su “Bodas de Sangre”.

El cortijo del fraile. No nos extraña que tantos western se filmaran en Almería. La luz y los paisajes son sencillamente increíbles.

El cortijo del fraile. No nos extraña que tantos western se filmaran en Almería. La luz y los paisajes son sencillamente increíbles.

Y un apunte para los amantes de lo virgen: las playas de la mayoría de los pueblos de la zona (La Isleta del Fraile, Las Negras, Agua Amarga…) son muy bonitas y estaban casi desiertas. Igual son menos vírgenes por poder tomarte una cerveza a pie de playa, pero si lo que queréis es tranquilidad y espacio, quizás no merezca la pena tanto esfuerzo.

Otro día, más, que ya nos estamos extendiendo mucho. Al Cabo de Gata, volveremos.

Yo antes tenía un blog

¿Os acordais cuando tenía un blog que se llamaba paparracho y mamanatas y unas veces escribía yo y otras mamanatas y otras entre los dos? Ay, qué tiempos aquellos… cómo lo disfrutaba.

¿Y por qué ahora aparecemos menos por aquí que Rouco Varela en las manifestaciones contra los recortes? Vosotros, sufridos y pacientes lectores, os merecéis una explicación: mamanatas acabó su baja maternal y encontró un trabajo. Sí, amigos míos, en esta época en la que es más difícil encontrar un trabajo que conocer un adolescente sin smartphone, esta mujer mía ha conseguido uno… y de los buenos.

Y vosotros os preguntaréis… ¿y qué más da que mamanatas tenga trabajo? estará más liada, pero total, el blog prácticamente lo llevabas tú (qué bien nos conocéis ya)… pero todo tiene su razón de ser y yo os lo voy a contar:

Ay, el día en que recibimos la noticia… alborozo, bailes, abrazos y algún que otro GT. Todo era fantástico. No pensábamos en los daños colaterales. Daños que, básica y prácticamente, han recaído en mí. Yo tenía mi vida muy bien organizada durante esta baja maternal. Mamanatas se recuperó magníficamente del parto del neñu y se encargaba de la mayoría de las cosas de la casa. Yo seguía siendo el dueño y señor de la cocina, pero la verdad es que me sobraba tiempo para todo.

Al empezar a trabajar ella, me encontré con la dura realidad: resulta que entra a las 8, yo a las 9… y tenemos dos niños. Ahora su tarea matinal consiste en dejarme elegidas las ropas de los niños y la merienda del mayor. Luego se va, mientras yo entro en la ducha (7:00). A partir de ahí empieza mi pesadilla diaria: salgo, me visto y desayuno en plan express (7:25) y tengo que levantar al mayor, prepararle el desayuno, no despistarme para que lo acabe a tiempo, vestirlo, peinarlo… ay, pero es que también hay un pequeño. Y ese se despierta cuando quiere, puede que con hambre (15 minutos más) o sin ella, pero también hay que vestirlo y peinarlo y no quitarle el ojo de encima, que son seis meses y ya tiene suficiente movilidad para darte un susto.

Añadamos a la preparación de los infantes dejar las camas hechas y la cocina recogida porque, claro, como ahora viene una chica a estar con ellos un par de horillas al salir del cole, no puedo dejarlo todo hecho unos zorros… así que, cuando los dos están listos y nos ponemos a salir de casa (8:10-8:20)… ¿ya ha pasado lo peor? ¡NO! empieza lo más tenso.  Vamos juntos al coche, aparco el carrito, subo al mayor, subo al pequeño, cinturones de seguridad (¡para viajar seguros!), guardo el carrito y a la aventura matinal: dejo al guaje en su cole (al lado de casa, aquí no hay problema), voy al cole del neñu (a 10/20 minutos, dependiendo del tráfico), saco el carrito, subo al peque, lo llevo con su profe, pliego el carro y lo dejo en el “parking” para que lo puedan recoger, corro al coche (que está en doble fila), conduzco hasta mi casa (10/15 minutos), busco sitio para aparcar y aparco, voy al garaje a coger la moto y me voy al trabajo. Una vez conseguí ser puntual. La mayoría llego 5/10 minutos tarde.

mamanatas: oye, no sé cómo se las arregla para ser siempre el más sufridor de esta casa y el marido explotado que se va él mismo proclamando a los cuatro vientos… no va y me dice el otro día que por la mañana tiene muchas tareas y como ejemplo, con un par, me pone «traer el peine y la colonia del guaje (al salón porque lo peina mientras ve dibus)». Y lo de las tareas de casa es como cuando nos vamos de vacaciones: no falla, mientras yo preparo tres maletas de un adulto y dos niños él se queja porque tiene que actualizar los radares en el navegador, amos amos…

Algo así soy yo por las mañanas, sólo que yo tengo dos niños y soy mucho más guapo. El teléfono no es del trabajo; estoy llamando a mamanatas para que me diga dónde puso la agenda de la guarde.

Algo así soy yo por las mañanas, sólo que yo tengo dos niños y soy mucho más guapo. El teléfono no es del trabajo; estoy llamando a mamanatas para que me diga dónde puso la agenda de la guarde.

Nunca pensé que coger la moto para ir a trabajar iba a generarme sensaciones de relax, alivio y paz interior, pero ese momento en mi vida ha llegado. Tengo claro que si alguna vez sufro un infarto, va a ser entre las 7:30 y las 9 de la mañana. Y lo de la tarde/noche no es mucho mejor. Unos minutos de juegos y besos, y unas rutinas diarias que hasta las 10 de la noche, en el mejor de los casos, no se acaban. Cuando enganchamos el sofá, quedamos sopinstant, como decimos nosotros.

Con este plan de vida… ¡cuándo voy a tener tiempo para escribir! (y todavía me viene de vez en cuando alguna amiga runner de estas diciendo que tengo que sacar tiempo para correr, ¡válgame el señor!).

¡Válgame el señor! Los chunguitos en Tu cara me suena, una de las pocas cosas que he podido ver en la tele últimamente, ya que mamanatas no aguanta más de 10 minutos de cualquier serie. A esto hemos llegado.

¡Válgame el señor! Los chunguitos en Tu cara me suena, una de las pocas cosas que he podido ver en la tele últimamente, ya que mamanatas no aguanta más de 10 minutos de cualquier serie y no estoy autorizado a ver nada molón sin ella. A esto hemos llegado.

mamanatas: ¡válgame el señor, lo que miente el condenao! Lo ve porque le mola y punto. Pero esto que quede entre nosotros porque cualquiera lo suelta delante de su amigo Carlos el cultureta de la religión bobdylaniana, ¡me mata!

Y bueno, dejando los chascarrillos a un lado, aprovecho este post de descarga personal para felicitar a mamanatas por su logro (tú, amor mío, que te lo mereces todo) y a las tías Noe y Rebe por su apoyo porque sin ellas seguramente no habría sido posible. Nos está costando un poco organizarnos, pero cada día es un poco más fácil que el anterior y estamos muy felices.

Me gustaría terminar parafraseando al difunto Suárez, elevado a los altares de la santísima transición sin mácula en estos días, diciendo aquello de “Puedo prometer y prometo” que no tardaré tanto en volver a escribir. O también a su majestad, con el “lo siento mucho, no volverá a ocurrir”… pero no me atrevo a prometer nada. De momento, la pelota está en el tejado de mi partenaire. ¡Que invente ella!

Donde dije guaje digo neñu

O digo “guaje+neñu”. Porque hoy he venido a hablar de mis hijos. Sí. Del primero y del segundo. Y del mayor, paparracho, por qué no. De cómo me siento. De qué tal nos vamos acoplando. De cómo parí. Porque ahora, además de sumar experiencias, se comparan; a veces es feo pero es inevitable…

Los partos, bien, gracias. El primero muy bueno. El segundo igual de bueno pero mejor por ser más rápido incluso. En los dos epidural en vena o donde te la pongan, que ya no me acuerdo de la explicación de las clases de preparación al parto (del primero, of course, porque con el segundo… ni clases ni clasos). No soy yo de estas chicas de ahora naturales que prefieren parir con dolor y sentirlo mucho. Yo lo siento mucho, pero aunque me encantaría pasar por la experiencia sin epidural viendo lo que cuentan algunas… no. Lo confieso, no soy valiente para ello.

En el primer parto hubo enema así que riesgo cero de canoa, pero en el segundo, como iba todo tan rápido, no hubo evacuación previa controlada y siempre me pregunto si hubo escape o no… vamos, si me fui de vareta. De paparracho no me fío ni un pelo porque se sonríe maliciosamente mientras dice “yo creo que sí” y esto me lo hace muchas veces cuando se mete conmigo contando alguna mentirijilla para dejarme mal. Así que yo creo que no.

paparracho: está feo que un hombre hable en estos términos de una mujer… y yo además de un hombre, soy un caballero. Vamos a decir únicamente que en aquel quirófano muy bien no olía… ahí lo dejo!

Aun así disfruté como nunca de los dos partos. Cuando ya están saliendo y te dicen que los cojas (bien agarrados también por el gine, claro: a ver quién se fía de una parturienta nerviosa, cansada, medio drogota y quizás ligeramente cagada) y te los pones/n encima eeesss… Y aquí lo dejo porque no me quiero poner pesada ni ñoña. Es “lo más” y punto.

Una vez paridos, la sensación con la lactancia materna está siendo mejor ahora; para mí en este aspecto la experiencia es un grado. Más o menos sabes lo que te espera, las grietas las controlé en esta ocasión desde el principio, me tatué en la parte de arriba de la teta izquierda la palabra “a” y en la teta derecha “demanda” para que al bajar mis ojos las vieran y lo tuviera bien presente y así, creo, desde mi humilde opinión, que el neñu me usa más de chupete que el guaje; de esta manera, las noches fueron mejor con el primogénito, primero porque fue un marmotín de manual y segundo porque era más chupetero de goma y el neñu es más chupetero de teta. Quizás más esfuerzo pero más placentero, todo hay que decirlo. ¿Como el parto sin epidural? Ahí lo dejo.

paparracho: Ay, madre mía, que ésta se me hace lactivista ahora… ¡bueno, qué coño! Si era súperfeminista cuando la conocí y ahora su mayor sueño es que a mí me suban el sueldo algún día lo suficiente como para dejar de currar y ser una mantenida. ¡Dónde está mi mamanatas, que me la han cambiado!

Esto es en lo que estará pensando papá ahora cuando habla de feministas, jajaja, pero bueno, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid: QUE NADIE DECIDA POR MÍ.

Esto es en lo que estará pensando paparracho ahora cuando habla de feministas, jajaja, pero bueno, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid: QUE NADIE DECIDA POR MÍ.

A los dos los quiero con todo el alma aunque no esté dedicando el mismo tiempo ni las mismas atenciones al segundo. Y, sin embargo, en los momentos en que puedo hacerlo me encanta achucharlo con fuerza, disfrutarlo al máximo e intentar grabar con fuego estos momentos con mi nuevo bebé, en parte porque probablemente sea mi último bebé . Y el hecho de saber esto hace que sienta una terrible nostalgia por saber que no volveré a usar un predíctor, que no volveré a estar embarazada, ni a tener un parto, ni a tener otro bebetón mío propio. Y digo probablemente porque a paparracho me parece que no le engaño con un tercer vástago ni de coña. Hombre, si se trata de llevar al extremo lo de engañar y tenerlo con otro… pero no, ni de lejos entra en mis planes. Porque al mayor, a paparracho, lo quiero con locura, aunque él piense que lo tengo aparcadito y olvidado gracias a los herederos. Nos quiere, nos cuida, nos protege y me encanta que sea el papá del guaje y del neñu.

paparracho: bueno, bueno, bueno… ¿peloteo máximo para ver si dejo la puerta abierta? pues son muy hermosas sus palabras, bella dama, pero sólo le puedo decir que disfrute al máximo de su último bebé. 😉  Y me encanta que me digas que me quieres con locura (y lo de nos cuida y nos protege me ha llegado al alma, muy de la Sección Femenina, jejeje), pero un poco aparcadito y olvidado sí me tienes…   😦

La Sección Femenina, qué gran invento...   :S

No sé si en aquella época estos manuales de buena esposa causarían mucho revuelo, pero la verdad es que lo ves ahora y es para mandar al «guionista» al Club de la Comedia, madre del amor hermoso.

La organización familiar por ahora está yendo bastante bien. La hora de acostarse de los peques se nos alarga más de lo que nos gustaría pero es más debido al horario de trabajo de paparracho que al hecho de haber aumentado la familia.

Ver veremos cómo acabo de loca cuando empiece yo de nuevo a trabajar y pierda la mínima cordura que me queda: pocas e intermitentes horas de sueño nocturno, madrugones, curro, malcomer, carreras para recoger a los churumbeles en dos barrios distintos, teletrabajo, juegos con los peques, compra, labores domésticas, baños, cena, vida marital, pocas e intermitentes horas de sue…zzzzzzz…zzz…zzzzz…zz…zzzzzz… ¡aaaaaagghhh!! ya estoy loca solo de escribirlo!! A esto añade hueco para los extras: una pizquita de vida social, todas las pelis y series que quiero ver, todos los libros que quiero leer, enfermedades, médicos, revisiones de pequeños, de adultos, de animal y de coche, reuniones con los jefes, con las profes, con el AMPA, la lavadora que se rompe, el seguro del vecino por las humedades, el arreglo de esa chaqueta que llevas meses sin poner porque no le has cosido el botón, el cumple de un familiar, el nacimiento de un bebé amigo… ¡aaaaaggghhhh! quiero otra baja maternal, quiero ser ama de casa, quiero ser saaanta, quiero ser beaaata… ay, que ya me quedo loca del todo y se me va la pinza.

Finalizo mi post con su título: donde dije guaje digo neñu; o digo paparracho. ¡Porque eso es otra! Eso que hacen todas las madres y que nunca pensé que me iba a ocurrir a mí cuando lo fuera #estápasando: a los tres les cambio el nombre; gasto los tres intentos hasta que acierto. Y me temo que si tuviera tres retoños más los gastaría todos hasta dar con el bueno. Qué razón tiene paparracho cuando dice que no quiere más prole… seguro que al de los dientes le doy la teta y al de cinco meses el punzón para troquelar las fichas del cole :O

Nativos digitales ¿realidad o tontunismo?

Hace 4 ó 5 años, si tú le soltabas eso de “nativo digital” a alguien, padre o no, tendrías que explicarle lo que significa la expresión. Hoy, parece que ya forma parte del conocimiento popular, porque no hay charla, tertulia de bar, congreso o evento para familias en la que no se mencione el término.

Los niños de hoy son nativos digitales porque ya han nacido en la época esta del 2.0, las pantallas táctiles, las redes sociales, los smartphones… pobres niños analógicos éramos nosotros, padres de niños pequeños, que cuando tuvimos nuestro primer móvil o nos conectamos por primera vez a internet a través de un modem de 64kbps ya estábamos en edad de trabajar.

Oyes esto de nativos digitales y parece que tienen que ser una especie de niños mutantes que tendrán una comprensión de todo lo relacionado con tecnologías de la comunicación a una distancia sideral de lo que somos sus padres, incluso aquellos que fuimos casi pioneros en internet (desde el 94 llevamos nosotros) y pasamos por todas las fases. Es como si los nacidos antes de 1995 arrastrásemos una tara tecnológica, aunque ahora llevemos dos smartphones en el bolsillo que manejamos con soltura, tengamos blog, 7 cuentas de correo, whatsapp,  LINE y estemos dados de alta en más de 5 redes sociales de distinta tipología que actualizamos o consultamos con frecuencia. No es suficiente.

Uy, el twitter. Esto daría para otro post, porque es más de padres que de hijos, pero sirva como ejemplo caricaturesco de lo demencial que está siendo esto de los niños y el 2.0

¿A qué viene esta reflexión? Nosotros hemos optado por mantener al guaje y al neñu alejados por ahora de todo tipo de gadgets en la medida de lo posible; apenas puntualmente y a cuentagotas. Lo cuentas a conocidos y, aunque no te digan nada, a veces sientes su mirada reprobadora como diciendo que estás limitando el futuro a tus niños apartándoles arbitrariamente de ese mundo de posibilidades que se abre ante ellos. Y hasta te hacen dudar, de vez en cuando.

“Es que tienen juegos muy educativos”, “desarrollan su inteligencia”, “son fenomenales para coordinación motora fina”… y nosotros nos preguntamos cómo somos capaces de hacer todo lo que hacemos con un ordenador, tablet o teléfono hoy por hoy, o teclear a 300 pulsaciones minuto sin haber ido nunca a clases de mecanografía o tocar teclado alguno antes de los 14 años. ¿Estamos los paparrachos acotando de alguna manera el futuro de nuestros niños o convirtiéndolos en bichos raros del futuro?

El guaje es capaz hoy por hoy de pasar para adelante y para atrás fotos en el móvil y desde hace relativamente poco tiempo. Nada más. Y no se le ocurre tocar un aparato en casa sin estar nosotros delante; no le llaman mucho la atención por el momento al no conocer la abrumadora cantidad de cosas divertidas, geniales, estúpidas o mierdosas que hay al otro lado de esa pantalla.

A veces le dejamos con nosotros el portátil para jugar juntos a algún pasatiempo infantil y aún anda un poco pobre con el ratón. Tendrá que mejorar, pero estoy seguro de que en dos días lo hará tan bien como cualquiera. Si precisamente se distinguen nuestros cacharrillos y su evolución en los últimos años es en hacerlos accesibles a cualquiera, por analfabeto digital que sea. Y así seguirá siendo por reglas básicas de la economía de mercado: hace 20 años, para entender un procesador de texto tenías que tener nociones medias de informática: hoy editas fotos desde el móvil aunque tengas 60 años e internet desde hace 2 meses.

Viñeta que ilustra muy bien la mentira del «nativismo digital». Los estudios demuestran que los jóvenes y niños son rápidos como usuarios, pero los conocimientos de informática van cuesta abajo y sin frenos. De los de literatura, lengua o matemáticas, mejor no hablar… 😉

Por esto no nos causa temor que el guaje sea un poco torpe con las nuevas tecnologías por el momento, porque preferimos verlo apuntar mal con el ratón que intentar agrandar la foto de una revista en papel haciendo el gestito de abrir los dedos sobre la foto. Y sobre todo, porque si algo han sido los videojuegos y las tablets o smartphones en general, es adictivos. A un nivel que hace estragos en algunos adolescentes, jóvenes y adultos; ¿qué puede hacer en un niño? Tampoco hay que dudar mucho: ya existen múltiples sitios donde hacen terapia infantil para desengancharse de la tecnología.

Y también entendemos y asumimos que los niños a veces pueden resultar agotadores, pero está en el sueldo de la profesión de padre aprender a vivir con ello y enseñarles algunas virtudes como la paciencia o la simple contemplación de lo que te rodea. Nuestros niños van a Gijón cada 4 ó 5 semanas y nunca han tenido un DVD en el coche. No saben ni que existe esa posibilidad y viajan de maravilla: durmiendo, mirando por la ventana, cantando canciones o escuchando música con nosotros, a veces infantil, y a veces de adultos. ¿Que en ocasiones pueden ser agotadores? Pues sí, nos ha jodido. Nadie dijo que esto fuese fácil.

Muchas veces esto de los nativos digitales nos da la impresión de que ha sido inventado por quien quiere vender cacharritos y comprado por quien le viene fenomenal poder “desconectar” a sus niños durante un ratito. Lo malo es cuando ese ratito se convierte en media tarde (o tarde entera) cada día y te encuentras que mientras tu hijo juega con otros, salta, corre y rueda por el suelo en un prado junto a la terraza en que te tomas algo, otros grupos de 4 ó 5 niños se agrupan alrededor de otro que lleva un iPAD en el que seguro que tiene instalado un juego supereducativo pero que nunca estará a la altura de correr tras palomas, pisar charcos o descalabrarse un poquito mientras intentabas trepar a un árbol.

Tiempo para pantallas y juegos tienen toda la vida por delante, pero ver la vida y lo que te rodea con ojos de niño dura tan poquito que no podemos permitirnos el lujo, en nuestra opinión, de que se pierdan ni un instante.

Y vosotros, ¿cómo lo veis?

¡Qué jodío el Rey Gaspar!

Como broche final a unas navidades tan felices como pasadas por agua en Gijón (las peores que recuerde en mucho tiempo… ¡11 días de 13 nos llovió!) llegaron SS.MM. los Reyes Magos de Oriente en helicóptero a la playa, donde el guaje pudo verlos bien cerquina e incluso tocarlos para mayor regocijo personal. Era el preámbulo a la Cabalgata y a esa noche de tensión y nervios en la que los pequeños (y los no tan pequeños) vamos pronto para la cama para que los Reyes no pasen de largo.

La mañana se hizo esperar, pero poco después de las 8, la emoción se desbordaba al ver los paquetes. Todos salimos muy bien parados, sobre todo los canijos, pero la que tuvo un trato más directo con Sus Majestades fue mi inseparable mamanatas. ¡Menudo morro! Gaspar en persona, le dejó una carta que decía así:

Querida mamanatas,

Hoy es un día muy especial para los niños y también para los adultos que siguen teniendo alma de niño, como tú.

Sabemos muy bien (sobre todo yo, Gaspar) que llevas muchos años queriendo tener una gatina en casa. Pero tienes un problema; paparracho no es precisamente amante de los felinos y tiene muchas razones para oponerse. Primero era por vuestro querido Tango, que ya estaba viejín y era difícil plantearse siquiera que pudiese pasarlo mal conviviendo con un nuevo habitante de la casa (sí, ya sabemos que muchos perros y gatos se llevan bien, pero ¿cómo asumir el riesgo de que no fuese así?). Luego, llegaron los temores a la convivencia con el guaje y ahora, también con el neñu. ¿Y si resultara ser un gato conflictivo? ¿Y si los niños fueran alérgicos?

Ya te lo podemos decir claramente: paparracho te quiere con locura y comprende perfectamente tus deseos (por eso te ha pedido este divertido comic gatuno, que seguramente te sabrá a poco), pero no vas a poder convencerlo nunca, lamentablemente.

El comic en cuestión: Todo Miau de José Fonollosa, una recopilación de sus tres comic sobre los gatos ¡Muy molón!

El comic en cuestión: Todo Miau de José Fonollosa, una recopilación de sus tres comic sobre los gatos ¡Muy molón!

Tú no podrás, pero resulta que nosotros… nosotros somos magos. Y mientras estás leyendo esta carta, sin que él lo sepa, estamos lanzando un hechizo que le está haciendo cambiar de opinión. Posiblemente le costará llegar a querer a los gatos como lo haces tú, pero cuando termines de leer esto, te sorprenderá cómo te responderá si le preguntas qué le parece meter una gatina en casa, como llevas queriendo tanto tiempo.

No tienes por qué agradecérnoslo, estamos aquí para llevar la ilusión a quienes lo merecen. Y tú eres una de esas personas que lo hacen sobradamente. Sólo te pedimos una  cosa, que esperamos que te parezca razonable: responsabilízate del nuevo miembro de la familia. Somos magos, pero no omnipotentes. Una cosa es que le podamos convencer e incluso hacer creer que él también quiere un gato y otra que consigamos que limpie sus cacas, arenas, comederos, pelos , etc, etc. Con el tiempo, ya veremos lo que podemos hacer.

Nada más, esperamos que disfrutes de este truquito de magia, que por cierto, ya ha surtido efecto. Pregúntale, pregúntale, ¡ya verás!

¡Muchos besos de los Reyes Magos (sobre todo de Gaspar) y Feliz Navidad!

PD. Se me olvidaba, hay dos condiciones importantísimas para que el conjuro surta efecto:

  1. Aceptar gustosa que paparracho lleve barba
  2. Llevar el listón pasional (tú me entiendes) a cotas bien altas. ¡Cuanto más lo sean, más fuerte será el hechizo!

Pues nada, que me parece que me han endiñao una gata y no me he dado ni cuenta. Qué jodío el rey Gaspar…

Los paparrachos os desean Feliz Navidad

¡Qué año más porculero el 2013! Como para olvidar, podríamos decir. Pero bueno, ya nos hemos quejado muchas veces por aquí (y luego nos llaman Mr. y Mrs. Grinch) y hoy es el día de Nochebuena, qué narices. Y queda sólo una semana para que éste se acabe de una vez y llegue el 2014, que amenaza con ser tormentoso también, peeeeero, siempre nos queda la esperanza de que llegue alguna buena noticia y, lo mínimo, es que nos enfrentemos a él con una sonrisa. Dientes, dientes, que es lo que les jode.

Así deseaba la Pantoja feliz navidad hace un año a sus fans de http://isabelpantojacluboficialmadrid.blogspot.com.es/ Todo corazón.

Así deseaba la Pantoja feliz navidad hace un año a sus fans de http://isabelpantojacluboficialmadrid.blogspot.com.es/ Todo corazón.

Por eso, paparracho, mamanatas, el guaje y el neñu queremos también desearos los mejores momentos, los más grandes atracones, las más chisposas borracheras y un empacho de risotadas con la familia y los amigos. Que estamos jodidos, pero que no nos quiten también la alegría, ¡hombre ya!

Así que, para contribuir a que las sonrisas se vayan desperezando, os dejamos con este vídeo de Steve Kardynal, uno de los que dicen que parte el bacalao en esa cosa raruna que es chatroulette. Se trata de conectarte con tu webcam con alguien aleatorio. Si el que aparece te llama la atención, chateas un poco. Si no, cambias y te aparece otro al azar. Imaginaos la cantidad de colgados y frikis que pueden pulular por ahí. Pero de vez en cuando, ocurre que te encuentras con alguien como éste:

No nos digáis que no se te alegra la cara!!! No hay más que ver las reacciones de los que se lo van encontrando (y cómo nos gusta el villancico de la Carey a los paparrachos… ¡que no nos da vergüenza ni reconocerlo!)

¡¡¡FELIZ NAVIDAD Y UN MEJOR AÑO 2014!!! Nosotros seguiremos al otro lado de la pantalla con nuevas entradas (que sí, que somos muy vagos y escribimos poco, pero ya tenemos pensadas 3 para vuelta de vacaciones) y ganas de  pasar buenos ratos con vosotros.

De mayor quiero ser…

Conversando con el guaje mientras cenábamos el jueves, nos cuenta que había tenido una actuación de magia en el cole, que el mago se llamaba Javi y que le había gustado mucho. Estaba muy entusiasmado contando cómo se había tragado una pelota y luego se la había sacado del bolsillo. Alarmas “ON”, explicando con la gota de sudor bajando por la frente que no se la tragaba de verdad, que era un truco, paparracho sacando sus mejores artes de mago paquetón para hacerle ver que no tenía ni que plantearse tragar una pelota. Joer, ¡qué dura la paternidad!

Apenas unos segundos después, el guaje se pone en plan interesante y nos pregunta: «mamá, papá, ¿sabéis qué quiero ser de mayor?».

Nos miramos entre nosotros pensando si iba a optar por un ilusionista en plan David Copperfield con una Schiffer a su lado o en un futuro Tamariz, en este caso, guapérrimo, por supuesto. Y nos dice, todo resuelto para mayor desencaje de nuestra mandíbula: «de mayor quiero ser basurero». Historia verídica, palabrita del niño Jesús.

No sé si habéis visto a Tamariz en acción alguna vez, pero si no es así, os aseguramos que tras su pinta estrafalaria, este septuagenario es el mayor genio de la magia que este país haya parido.

No sé si habéis visto a Tamariz en acción alguna vez, pero si no es así, os aseguramos que tras su pinta estrafalaria, este septuagenario es el mayor genio de la magia que este país haya parido.

Al unísono (cosa frecuente en nosotros), nos salió del alma responderle que ahora estaba un poco mal la cosa para dedicarse a esto. Pero es que los basureros van en camión y en uno con luces que hace mucho ruido. El efecto de atracción para un niño es invencible.

De esta conversación hace cuatro días cuando todavía pintaba todo fatal. El servicio de limpieza y recogida de basuras llevaba meses empeorando día tras día (las privatizaciones, que no son siempre tan maravillosas como las pintan), pero ya sabéis, como dijo Ana Botella, no era que estuviese la ciudad sucia, sino que los madrileños se habían acostumbrado a estándares de limpieza demasiado altos. Con dos cojones y un palito. Y, como puntilla para los trabajadores, de repente las empresas concesionarias plantean un ERE que llevaría a la calle a más de 1100 personas y rebajas salariales de hasta el 40% para el resto de la plantilla.

Obviamente, se convocó una huelga que hizo que, si ya estaba sucio Madrid, reventara entre la mierda directamente. Más de una semana sin recoger la basura, y esparciéndola directamente o incluso quemando contenedores de forma aislada. El caos.

Así estaba Madrid en estos días. Sí, un asco. Pero os vamos a contar un secreto: las huelgas que no molestan, no funcionan. Algo que nuestros padres tenían muy claro pero que, tristemente, se ha ido olvidando.

Así estaba Madrid en estos días. Sí, un asco. Pero os vamos a contar un secreto: las huelgas que no molestan, no funcionan. Algo que nuestros padres tenían muy claro pero que, tristemente, se ha ido olvidando.

Cuando la pizpireta alcaldesa respondió a las preguntas de la prensa, comentó que no era un problema del ayuntamiento, que el servicio estaba externalizado y que el problema era solo de la empresa concesionaria y su plantilla. Superándose día a día, como si no pagásemos nosotros ese servicio externalizado con la tasa que su predecesor en el cargo se inventó hace unos pocos años.

Fue tal la metedura de pata que al día siguiente se la envainaba y ponía un ultimátum a la empresa concesionaria. O se cumplían los servicios mínimos y se acababa la huelga en 48 horas o contrataría a otra empresa para hacerlo.

Ay, los Fraggel. ¡Qué buenos ratos hemos pasado con vosotros!

Ay, los Fraggel. ¡Qué buenos ratos hemos pasado con vosotros!

¿Y cuál fue la empresa? ¿De quién se acordaron en aquel momento? Pues de TRAGSA, una empresa pública. Sí, de esas que son tan ineficientes, parece ser, pero de las que ahora que truena toca acordarse, como de Santa Bárbara. La dirección de TRAGSA rápidamente se puso al servicio de la alcaldesa, cómo no, pero no contaban con la indignación de sus trabajadores, con un ERE en ciernes que afectaba al 43% de la plantilla y quienes comentaron que sería la dirección quien limpiase, porque ellos no iban a hacerlo. Sólo estaban obligados legalmente en caso de emergencia sanitaria, hecho que Botella negaba de manera continuada.

Optó TRAGSA por pedir “voluntarios” para limpiar Madrid y hete aquí que toda la plantilla de Madrid, Valladolid, Guadalajara y Valencia se negaron en rotundo. Apenas un pequeño grupo de “voluntarios” de Segovia (más otros pobres parias explotados contratados de urgencia por ETTs) decidieron colaborar en las tareas de limpieza pero fueron demasiado pocos para que, esta vez, los que mandan se salieran de rositas. Ese grupo mixto de esquiroles más precarios, que pudieron poner en riesgo al colectivo de trabajadores en su negociación, disfrutarán para la posteridad de fotos sonrientes al lado de Ana Botella. Que lo disfruten, de eso y de lo que sus compañeros huelguistas han conseguido para ellos.

Los “altos” niveles de limpieza, el coche oficial para ir a la pelu, las subidas del IBI, marcharte de SPA en Estoril el día que murieron las niñas del Madrid Arena, el relaxing cup of café con leche… no hace falta que sigas esforzándote. Pasarás a la historia como la peor alcaldesa de la historia de Madrid. Quizás de cualquier capital europea. Algo normal, teniendo en cuenta que tu mayor mérito es haberte casado con Aznar. Bueno, ahí hay que reconocerte el esfuerzo estoico.

Los “altos” niveles de limpieza, el coche oficial para ir a la pelu, las subidas del IBI, marcharte de SPA en Estoril el día que murieron las niñas del Madrid Arena, el relaxing cup of café con leche… no hace falta que sigas esforzándote. Pasarás a la historia como la peor alcaldesa de la historia de Madrid. Quizás de cualquier capital europea. Algo normal, teniendo en cuenta que tu mayor mérito es haberte casado con Aznar. Bueno, ahí hay que reconocerte el esfuerzo estoico.

Porque sí, la unión de los trabajadores en su posición reivindicativa, por encima de la empresa para la que trabajaban o el territorio al que estaban asignados, ha hecho que la negociación fuese realmente entre iguales, algo que casi nunca podemos ya ver. En este mundo del siglo XXI es mucho más cómodo firmar peticiones de change.org y esperar sentados para ver si las cosas cambian mientras se ríen en nuestra cara.

Hoy podemos alegrarnos por estos trabajadores que limpian toda nuestra mierda (toda la que se puede limpiar, claro, porque de malos políticos y peores gestores no nos libra nadie) y que con su lucha han conseguido mantener sus salarios y, lo más importante, sus puestos de trabajo. TODOS los puestos de trabajo. Cada trabajador va a renunciar a 45 días de empleo y sueldo al año hasta 2016, que no es moco de pavo, pero perdiendo todos algo de forma solidaria (y ganando algo menos la empresa) han evitado 1.134 dramas más en este país.

Los poderosos llevan tiempo haciéndonos creer que lemas como “la unión hace la fuerza” son de otro tiempo, que huelen a alcanfor, pero “los basureros” de esta ciudad nos han dado una lección muy importante en estos tiempos que corren: estando todos juntos, ¡SÍ SE PUEDE!

¡Enhorabuena a todos ellos y a sus familias!

Alegato familiar

O también llamado «¡ale!, gato familiar». Y es que, con este pésimo juego de palabras, perdón, me enfrento al mayor reto con(tra) paparracho.

Para nosotros, como unidad familiar, no fue un reto la elección del momento para el primer hijo, ni tampoco la del segundo ni sus nombres. Ni la casa que malcompramos ni el cambio de coche. Ni el cole de los niños ni el tipo de educación que queremos darles. Afortunadamente, hemos estado más o menos de acuerdo en los grandes asuntos familiares. Pero, ohmygod, si algo ha dividido seriamente este matrimonio han sido los pelos… y, por aclarar, no los míos.

Por un lado, está el asunto de la barba de paparracho. En este tema he salido perdiendo de todas todas. A pesar de haber ganado una batalla después de los escraches, en realidad, se la deja y se la quita cuando le sale del hoyuelo. En las últimas semanas se la había vuelto a dejar y se la ha quitado recientemente no por mi persona sino por el nuevo miembro de la familia, ya que no podía achuchar en condiciones al neñu: vamos de modernos pero tanto como para hacerle escarificaciones al pequeñín con el pelamen pinchante barbil del papi como que no.

paparracho: si es que soy un padrazo… ¡renunciar a ese plus de atractivo por achuchar al bebé!  😉

Y luego está, el tema felino. Anda que no llevo yo bregao para tener un compañero gatuno. Al principio de nuestra convivencia no hubo planteamiento posible ya que Tango, el perro de paparracho, aunque no vivía con nosotros ni en la misma ciudad venía a visitarnos varias veces al año y no era plan juntar a un perro y a un gato en la misma casa si no conviven de manera habitual. Acepté esta situación bien: me daba rabia prescindir durante todo el año de lo que yo quería por unas visitas de unos días pero no podía ser de otra manera mientras Tango nos acompañara. Además yo también quería mucho a este perro tan especial para todos. Tengo que añadir que Tango era muy particular; yo le decía a paparracho que era un perro-gato porque no era el típico perro que estaba todo el día encima de ti; le gustaban los mimos pero casi casi solo cuando él los pedía; muchas veces estábamos todos juntos en el mismo espacio y él se iba a su bola a otra habitación; así que yo le tomaba el pelo a paparracho cuando la razón del no-gato era que no le gustaban: “¡pero si tienes un perro-gato!”.

paparracho: ni perro-gato ni leches en vinagre. A ver si crees que me vas a en-gatu-sar con algo tan endeble. Perro-gato… el mejor perro del mundo es lo que era Tango. Con su personalidad y su criterio, como ser inteligente que era el pobre.

Siempre he convivido con animales. Me gustan los perros. Y, sí, puede que sea… rara no, especial quizás: soy de esas personas a las que también les gustan los gatos (que conste que los gatófilos somos más de los que yo pensaba). Desde que me emancipé no he tenido ningún animal a mi cargo y, la verdad, es que se me hace muy raro. Cuando a veces paso de casualidad por delante de la sección de animales en el supermercado no me cuadra que no tenga que llevarme nada, no sé, puede ser una tontería pero a veces siento un vacío en este aspecto. Tal es así que, tiempo antes de tener al guaje, le pedí a paparracho “permiso” para tener un hamster (sí, vale, es un poco infantil pero era lo que veía más viable de conseguir) a lo que se negó rotundamente y adujo que lo que necesitaba era un hijo, que mi reloj ya estaba llamando a la puerta; tuvimos un buen disgusto y el tema se quedó ahí.

paparracho: Supongo que esto es una licencia poética… hamster? reloj que marca que se pasa el arroz? disgusto? No hagáis caso. Es la edad, que no perdona…

¿No sería un reloj de hamster lo que querría?  :P

¿No sería un reloj de hamster lo que querría? 😛

Pasaron varios años en los que nació el guaje, Tango nos dejó… todo muy del ciclo de la vida. Y ahora me encuentro con un bebé de menos de 2 meses y volviendo a la carga con este pedazo de rollo que me he marcado. Por varias razones:

  • porque me gustan los animales, y, en concreto, los gatos; no los veo como un segundo plato de los perros, en plan: es más cómodo, menos sacrificado, no tienes que sacarlos, pueden quedarse unos días solos en casa, que todo esto es verdad, pero no voy por ahí; me gustan los gatos porque sí, porque me gustan de verdad, me gustan sus movimientos, su planta, su carácter, su ronroneo, su sonido, me gustan y punto

paparracho: y a mí me gustan los Ferraris y Scarlett Johansson, pero no se puede tener todo en la vida. Mírame a mí, qué bien lo llevo asumiendo mi renuncia VOLUNTARIA a ambas cosas.

  • porque todos los estudios indican que convivir con animales, sobre todo, perros y gatos, es buenísimo a muchos niveles: emocional, sensorial, físico (ayuda a evitar alergias, a no ser que tengas alergia a los gatos, jejeje)

paparracho: y también todos los estudios dicen que los gatos tienen uñas y que las uñas arañan y que los sofás, las cortinas y las sonrosadas mejillas de los bebés corren peligro. Mi responsabilidad como padrazo me impide asumir estos riesgos, entiéndelo.

Ojo al bicho que esta mujer pretende meter en casa. ¡LOCA!

Ojo al bicho que esta mujer pretende meter en casa. ¡LOCA!

  • porque me gustaría que mis hijos crecieran con animales, que los amen, que jueguen con ellos, que los cuiden, que se responsabilicen, y por qué no, que sufran cuando estén malitos o cuando falten

paparracho: Ibas bien con este argumento, ibas bien. Pero lo de sufrir cuando falten no termino de verlo. Hace casi año y medio que no está Tango y mira a mi familia, que aún estamos recogiendo pedacitos nuestros por ahí. Claro, que en realidad seguramente la pérdida de un animal tan independiente  y pasota como los mininos se llevará mejor, supongo.

  • porque paparracho me lo debe, después de darme falsas esperanzas desde hace unos cuantos años

paparracho:  Yo nunca te dije nada de que tendríamos un gato cuando no estuviera Tango. Te dije que no mientras estuviera él. Si A entonces No B, ni implica que Si No A, entonces B. Es de primero de Lógica, así que… lamento el malentendido, pero no.

  • porque aquella vez no era la llamada de mi reloj biológico, aquella vez era un último cartucho, una remota posibilidad, una puerta abierta para un futuro #lindogatito

paparracho: para, para, que me vas a hacer llorar… a ver cómo te lo explico. Tienes tantas posibilidades como de que un gran trasatlántico choque contra un iceberg y se vaya al fondo del mar. Y dirás, pues no es tan complicado, ya le pasó al Titanic. Pues eso, si ya pasó una vez, ¡imagínate lo difícil que es que vuelva a ocurrir!

Así que ahora me encuentro elevando la voz desde nuestro pequeño altavoz para decirte a ti, paparracho, que esta es mi carta a los reyes magos. Y que si el tema cuaja aquí van una serie de apuntes para los reyes:

1) Tiene que ser adoptado, sí o sí

2) Preferiría que fuera menor de 3 meses aprox. Me quedo más tranquila, por mis dos retoños, que el nuevo miembro crezca con nosotros y nos habituemos todos a todos. Además creo que para los niños es mucho más interesante ver la evolución a través de fotos y vídeos de su nuevo “hermanito”

3) Me inclino por gatA. Por favor, no necesito otro par de huevos más en esta casa 😉

Por último, gentes de bien, gentes especiales a las que os gustan los gatos, dad un paso al frente con la cabeza bien alta y decid: «soy fulanita y me gustan los gatos». Y podéis añadir: «paparracho, mamanatas se merece una gata». El resto que no sea gente de bien ni gatuna y me venga a boicotear solo les avisaré con esta imagen:

CR_847256_gatos

P.D.- Si alguien quiere colaborar con esta causa ya habéis visto que tenemos hasta hashtag: #lindogatito

Actualizo después de leer uno de los comentarios para recomendar la lectura de este buen post progatos: http://lasmamasde.conpequesenzgz.com/2013/06/gatos-ninos-y-embarazo/

Siemens: crónica de una reparación no anunciada

Hace una semana nos quejábamos amárgamente en twitter y facebook: nuestro horno Siemens (de algo más de cuatro años de edad) hacía un extraño “clack” durante la pirólisis, con el resultado de rotura del cristal interior de la puerta. Sólo con utilizar el proceso estándar de pirólisis del horno siguiendo las instrucciones pertinentes al pie de la letra.

Nuestro primer contacto con Siemens fue bastante insatisfactorio: la atención telefónica de primer nivel pretendía enviarnos un técnico a casa para repararlo sin hacernos ni una sola pregunta sobre cómo había pasado y al decirle nosotros que si era normal que tras 4 ó 5 pirólisis en un periodo de 4 años pudiera romperse el cristal nos respondía un lacónico: Nada es infalible.

Luego le preguntamos por el coste de esa reparación: 27 euros de desplazamiento, 26 y pico por cada media hora y 140 por el cristalito de marras. Más IVA, claro. 200 y pico euros del ala. Les dijimos que, de momento, no enviasen a nadie.

Reflejamos por twitter nuestra insatisfacción enlazando a @SiemensHomeEs, recibimos varios retweets de algunos de nuestros maravillosos seguidores y poco tiempo después, Siemens contactaba con nosotros por mail. Nos escribieron diciendo lamentaban la situación, pero que no tenía por qué ser un defecto de fabricación, que podía ser porque la bandeja chocara alguna vez con el cristal sin romperlo pero debilitándolo lo suficiente como para que con los 500º de la pirólisis se resquebrajase, o que si estaba muy sucio, la grasa podía producir un gradiente de temperaturas sobre el cristal, produciéndose la fractura.

Contestamos de nuevo muy decepcionados, ya que no andamos a golpes con el horno (que de hecho, se usa muy poco) y, por encima de todo, lo de la grasa y el gradiente era demasiado berlanguiano para utilizarlo como argumento. La pirólisis es un proceso para limpiar el horno y las propias instrucciones dicen que con lanzar el proceso cada 3 meses es suficiente. Dimos el caso por cerrado, transmitiéndoles que esperábamos más de Siemens y su trabajada imagen de marca seria y que advertiríamos a nuestros amigos de los riesgos de la marca, al menos para este producto.

Posteriormente, dieron el beneficio de la duda a nuestros argumentos y nos pidieron una foto del cristal rajado y un teléfono de contacto. Recibieron la foto, Atención al Cliente la pasó al equipo técnico y telefónicamente, nos comunicaron que podíamos tener razón porque la grieta tenía una curvatura que encajaba mejor con un defecto de fábrica que con un mal uso. Iban a analizarlo en más detalle y nos comunicarían el resultado.

Sí, mierda en el cristal hay, pero no como para reventar un cristal, no?

Sí, mierda en el cristal hay, pero no como para reventar un cristal, no?

Dos días más tarde, un técnico de Siemens nos ha cambiado la puerta del horno y Olga, la persona que nos atendió telefónicamente en todo momento, nos llamaba de nuevo para cerrar la incidencia y agradecernos la colaboración. Agradecimiento que se llevó ella mucho más merecidamente por tratarnos como clientes insatisfechos y no como números.

La atención de primer nivel no fue buena, pero persistir en algo que consideras justo puede conseguir que alguien llegue a escucharte. Es nuestro deber como consumidores. Para las marcas, el mundo 2.0 no debería ser nuevo a estas alturas, pero para muchas aún lo es. No es fácil para los grandes directivos darse cuenta de que escatimar un puñado de euros dejando a un cliente insatisfecho puede tener un impacto reputacional con consecuencias mucho más serias. Y no nos referimos solo al pequeño altavoz que este modesto blog pueda suponer, porque con que tu mala experiencia haga que tus padres, tu hermano o tu mejor amigo reconsidere la decisión de qué marca de horno comprar (conocido tu caso), ya es suficiente para que la marca salga claramente perjudicada.

Bien está lo que bien acaba y a la madre de Paparracho, que está renovando la cocina justo en estos momentos (no es broma), ya le podemos levantar el veto con la marca para los electrodomésticos. Al final, van a ganar dinero gracias a la rectificación, ¿veis, Siemens?  😉

Y ahora, llega el turno de aprovechar el viaje para lanzar unos breves consejos (subjetivos y basados en la experiencia personal) si estáis pensando en cambiar de horno:

  • Pirólisis, ¿sí o no? Es un proceso muy cómodo porque limpia toda la grasa adherida a las paredes del horno sin necesidad de hacer nada más que recoger un polvillo fino con un papel húmedo. Eso sí, dos horas y pico con el horno a 500 grados no es un consumo eléctrico muy sostenible ni respetuoso con el medio ambiente. Para usarlo de vez en cuando, es muy útil (aunque nunca más volveremos a usarlo sin un ligero miedito).
  • Carros, bandejas extraíbles o sistema tradicional: El carro extraíble fue lo primero que se inventó para facilitar el meter y sacar cosas en el horno. Si tenéis pensado poner el horno a media altura en la típica columna horno/microondas, ni os lo planteéis; está pensado claramente para el suelo. La bandeja extraíble con carrilera es infinitamente más cómoda, tanto a ras de suelo como a media altura, pero tiene dos inconvenientes importantes. Primero, que si tienes pirólisis, tendrás que desmontar todas las carrileras y sacar las bandejas del horno, así que te tocará fregarlos a mano (los hornos tradicionales, en los que las bandejas van sobre surcos en las paredes del horno, se limpian íntegramente en la pirólisis) y segundo, si un día te rompe el cristal, podrán insinuar que le diste tú con la bandeja… y la historia no tiene siempre por qué acabar con final feliz como el de nuestro caso. Si tuviéramos que volver a elegir, creo que nos quedaríamos con el sistema tradicional de toda la vida, que además es más barato.
  • Horno convencional u horno de media capacidad: el convencional lo conocemos todos. El otro es igual de ancho, pero tiene menos altura. En lugar de tener 5 ó 6 alturas para las bandejas, tiene más o menos 3. No sirve para poner más de una cosa a la vez, pero, WTF, ¿alguien ha cocinado en el horno dos cosas a la vez? Ahora vendréis todos a decir que sí, pero vamos, a nosotros ni se nos ha pasado por la cabeza…

Y nada más, un abrazo de los paparrachos, el guaje y el neñu, disfrazados hoy de agentes de oficina de consumo.

El guaje no era un «bebé trampa»

Pues no… y mira que nos lo habíais advertido hasta la saciedad. Que si «ya veréis, ya, es el típico bebé trampa. Es bueno para que te lances a por un segundo y luego llega la bomba a casa», que si «sí, sí, confiaros, que ya llegará luego el susto», que si «no penséis que todo el monte es orégano»… joer, si es que parecía que alguno deseaba que expiásemos nuestros pecadillos con el sufrimiento provocado por un bebé antagónico al guaje.

Pues os fastidiáis. Ahora os pondremos los dientes largos:

El parto: El del guaje fue bueno. Dolor controlado (bendita epidural) y unas 10 horas en el hospital, en las que la madre consiguió hasta dormirse durante la dilatación. Se necesitó un poquito de ayuda instrumental para salir, pero todo fue muy bien. Con el neñu, ya, rompimos la pana: dos horas y media desde que entramos por la puerta hasta que teníamos al bebé en brazos. Porque al final nos metieron unos minutos en el paritorio con la gine y el matrón (sí, por fin descubrimos que se dice «matrón»), que poco más y lo tenemos solitos en la sala de dilatación. Una bendición. Claro, que si te tomas el parto como «ese rato ineludible por el que hay que pasar para tener a tu hijo en brazos» y no como «ese momento mágico por el que llevo esperando toda la vida  y seguro que va a venir alguien a jodérmelo», todo resulta más fácil.

Todo es cuestión de perspectiva. Si para ti un parto molón es aquel que representa estas fotos, que huye de la dualidad madre/puta impuesta por la sociedad patriarcal, el nuestro seguramente te parecerá una mierda. Para gustos, colores.

La lactancia: Se enganchó desde el primer momento con bastante facilidad y al segundo día ya estaba ganando peso. Ahí están las molestias típicas de los inicios, pero está yendo sobre ruedas hasta ahora. Como siempre, lo mejor es no agobiarse y no hacer de esto el leitmotiv de nuestra vida: dar el pecho es lo mejor y es precioso, pero si la cosa no fuera bien y se empieza a sufrir, tomar biberones no lo va a convertir en un paria enfermizo y border line, por más que algunos hagan sentirse así a las madres que lo pasan mal o tienen dudas. El mundo (y sobre todo, nuestra generación) está lleno de gente extraordinaria criada con biberón. Mamanatas sin ir más lejos.

¡La contaminada es tu mente, illuminati!  Para no angloparlantes: "Por favor, aliméntame con el pecho, no me alimentes con leche contaminada!"

¡La contaminada es tu mente, illuminati!
Para no angloparlantes: «Por favor, aliméntame con el pecho, no me alimentes con leche contaminada!»

El «dormir»: Porque tenemos al guaje yendo al colegio y nos condiciona un poco los horarios, que si no, con el neñu teníamos otra vez una cura de sueño como la de hace tres años. El neñu durmió durante los primeros 10 días unas 20 horas diarias, interrumpidas por tomas que pedía muy educadamente con suaves gruñidos de incomodidad. Apenas tuvimos ocasión de oirlo llorar. En los últimos días ya duerme algo menos y ¡hasta llora! para pedir pecho, pero vamos, lo hubiéramos firmado con sangre durante el embarazo.

La mamá: Como comentamos en el anterior post, en la semana 40 pesaba 54 kilos. Hoy, 13 días después del feliz acontecimiento, se puede retar a cualquiera a que la identifique en una rueda de reconocimiento como una mujer recien parida. ESPECTACULAR.

Los celos: la parte que más nos gusta. El guaje ha acogido al hermano como si hubiese nacido con un manual de cómo ser un buen hermano mayor debajo del brazo. No dejará nunca de sorprendernos este niño. Con qué naturalidad recibió al neñu como un igual en la casa y con qué ternura se acerca a él a «cuidarlo» cuando está protestando. Teniendo en cuenta que le ha coincidido con el cambio de cole justo en plena semana de adaptación, es para ponerlo en un altar, hacerle ofrendas y cantarle alabanzas cada 8 horas. Es más bueno que el pan.

Ojo a lo que nos regala google images al buscar "bebé más bueno que el pan". Impagable. Son unas galletas croatas, que lo sepáis.

Ojo a lo que nos regala google images al buscar «bebé más bueno que el pan». Impagable. Son unas galletas croatas, que lo sepáis.

No sabemos si el futuro será tan halagüeño, pero de momento, que nos quiten lo bailao. Estamos disfrutando de los permisos de paternidad y maternidad como dos enanos , y como siga este tiempo postveraniego un par de semanas más, vamos a arrasar las terrazas madrileñas. Todo sea por la ración de vitamina D que todo bebé recién nacido necesita. ¡Lo que tienen que hacer los padres por sus hijos!