Archive | febrero 2013

Paparracho y la formación musical

En mi familia hay y ha habido varios músicos. Mi abuelo paterno, Ángel González Arias, tocaba el bombardino en la Banda de Música de León y llegó a dirigirla muchos años. Mi tío abuelo por parte de madre, Antolín de la Fuente Cla, se dedicó a la música toda la vida, multiinstrumentista y también fue Director de la Banda de Música de Gijón. Su hijo, autodidacta, vive de la música y ha tocado en muchísimos grupos. Otro tío mío es pianista y dirige la Coral Lírica de Torrevieja, otro es trompetista, otra prima pianista, otros dos primos DJ que son auténticos artistas… con tanta corchea a mi alrededor, entraba dentro de la lógica que yo también tuviera inquietudes musicales.

En casa algo debieron de notar. Seguramente me pasaba el día haciendo como que tocaba instrumentos o me fijaba mucho cuando había música en la tele… no sé cómo sería, porque no me acuerdo (quizás esa fiel lectora que responde al nombre de “mamá” pueda aclarar algo). Lo que sí recuerdo es que un día, teniendo 8 años, me preguntaron si me gustaría tocar algún instrumento. Es curioso cómo funciona la memoria, porque se te van borrando cosas paulatinamente, muchas importantes, pero otros recuerdos quedan vívidos para siempre. Y de ese me acuerdo perfectamente. Estábamos en casa de unos de sus mejores amigos. Mis padres estaban en el salón con ellos y yo jugando con los hijos en la habitación. Me llamaron para hacerme la pregunta y yo dije que sí, que me gustaría. Y lanzaron la gran cuestión:  “¿Y qué te gustaría tocar?

El Casio PT-82. Ni siquiera era mío, pero sin él, mi vida quizás hubiera sido muy distinta.

El Casio PT-82. Ni siquiera era mío, pero sin él, mi vida quizás hubiera sido muy distinta.

Qué dilema: a mí me gustaba el teclado (el órgano, lo llamábamos de aquella). Los hijos de sus amigos tenían un Casio PT-82 que a mí me volvía loco. No era el casiotone más básico; tenía más ritmos, más melodías y, sobre todo, un sistema con pequeños leds sobre las teclas que siguiéndolos, tocabas canciones como Greensleeves. Me chiflaba. El problema era que lo que molaba de tocar en un grupo era estar de pie bailando a la vez, como los guitarras, y no escondido en la parte de atrás del escenario detrás de un teclado. No os lo creeréis, pero cuando me lanzaron la pregunta, en la tele que ellos veían tocaba un grupo (¿Olé Olé en la época de Vicky Larraz?) y el del teclado lo llevaba colgando, como los guitarristas. ¡Qué epifanía! “Eso. Quiero tocar el órgano, ¡pero de llevarlo colgado!”.

Esto era en el 83 lo más molón para un niño de 8 años.

Esto era en el 83 lo más molón para un niño de 8 años.

mamanatas: Esto es de las cosas más horteras que se me puedan ocurrir. Madre mía, después de tantos años y sigo descubriendo cosas sobre ti: comparto mi vida con un nerd en potencia.

Ahí empezó todo. Mi tío abuelo daba clases de órgano en una academia (Casa Viena, en Gijón, que vendían muebles e instrumentos Yamaha) y me apuntaron con él. Corría el año 1983, tenía 8 añitos y viví momentos muy felices aprendiendo. No se me daba mal y me encantaba. Mi tío hacía los arreglos para órgano de todo tipo de música, desde la sinfonía 40 de Mozart a Thriller, pasando por boleros, Rock’n’roll de los 50, Beatles, española de la época… a mi casa ya había llegado un órgano enorme con dos teclados y pedalera y en un par de años me encontré tocando en las fiestas del barrio de mis abuelos, con el auditorio del Centro Social lleno. Fueron quizás mis momentos más felices y anda por ahí un recorte de periódico de esos que los orgullosos padres siempre conservan.

Cuando tenía unos 10 años, el órgano comenzaba a quedarse corto y asesorados por mi tío y con mi visto bueno, mis padres me apuntaron a Piano y Solfeo en otra academia. No me gustaba tanto (yo quería órgano, no piano… era un crío), pero no estaba mal y me resultaba bastante fácil. Entró un piano en casa, marca Belarus, que resultó bastante mal y fui avanzando hasta que llegué a cuarto y me atasqué. Por aquel entonces era tremendamente nervioso y aun llevando bien el curso, el examen que se hacía con tribunal en Oviedo siempre era un fracaso. Me sabía todo de memoria, mis dedos estaban viciados de tanto estudiar aquellas obras una y otra vez… llegué a aborrecer el piano, y tras tres intentos, lo dejé.

mamanatas: una pena… a mí me hubiera gustado tanto que me hubieras conquistado dedicándome una canción al piano.  Pero esa es otra historia… como la que me contaron unos amigos cabroncetes. Y dice así: un día fueron a buscarte a casa, llamaron y abrió la puerta tu madre. Cuál fue la sorpresa de ellos cuando te encontraron tocando al piano el «Right here waiting for you» de Richard Marx y tres jovenzuelas alrededor de ti. Cómo se descojonaron y se descojonan recordando la historia. Aunque seguro que tú te comías más colines que ellos XD

Ahí le has dao! Envidia es lo que tenían 😛 .

mamanatas: pon el vídeo si tienes huevos, jajaja.

En fin, que la música me seguía gustando mucho y mi tío abuelo me ofreció la posibilidad de aprender a tocar el requinto (clarinete piccolo) en la Banda de Música de Gijón, donde había una escuela para “educandos”. Lo acepté ilusionadísimo y ahí comenzó mi segunda fase de formación musical. Tendría unos 14-15 años por aquel entonces y toqué el requinto y el clarinete de forma continuada durante otros 12, más o menos, hasta que me vine a vivir a Madrid. En la Banda de Música llegué a ser uno de los clarinetes principales (no el concertino) y concluí mis estudios con ese instrumento, además de armonía, conjunto coral, etc, etc.

A día de hoy, me sigo conociendo de memoria la mayoría del repertorio habitual de bandas y me es imposible ir al templete de El Retiro sin tararearme todo lo que tocan. Amaba el clarinete y aún de vez en cuando lo saco y rememoro viejos tiempos, aunque he perdido prácticamente la capacidad de tocarlo con cierta dignidad.

mamanatas: calla, calla, que solo se me ocurre a mí regalarte un disco de jazz específico para tocar con un clarinete, después de chorrocientos mil años sin tocarlo. Pensé que te daba un jamacuco, qué manera de ponerse colorao, qué manera de hiperventilar, peor que aquel día de la pipa moruna y el final con vómito. Pero eso sí que es otra historia, jijijij

Toda mi vida relacionada con la música y su formación. ¿Y qué conclusiones saco? Estudiar música es de las cosas más maravillosas que hay y debería recomendarse a todos los niños. Muchísimos programas educativos inciden en la importancia de la música y no puedo estar más de acuerdo. Sin embargo, también tiene sus sombras. A medida que uno avanza hacia el profesionalismo, el ambiente se torna oscuro y desagradable. Son pocos los que pueden vivir de la música (como profesores en conservatorios, profesionales en orquestas o bandas, etc) y las envidias, las ambiciones desmedidas, las puñaladas traperas, los amiguismos y el resto de mezquindades del ser humano afloran, lenta pero inexorablemente, hasta que lo inundan todo.

Quizás mis experiencias personales me hagan ser parcial y mi opinión no sea suficiente para tener una idea justa del mundo de la música, pero desde luego, a mí ese mundo turbio me ha marcado. Hasta llegué a decirme a mí mismo que no orientaría a un hijo mío hacia la música, que lo apoyaría incondicionalmente si le viera inquietudes musicales, pero no trataría de ser yo el que lo estimulase.

Pasados los años vuelvo a ver las cosas en perspectiva y ya no soy tan asertivo con esto. Priorizo más los momentos maravillosos que he vivido en mi vida con la música y destierro los malos. Y así estoy ahora, viendo cómo el guaje monta baterías por su cuenta con cualquier cosa que haga ruido al golpearla, cómo intenta tocar la flauta o cómo me mira en esos escasos momentos en los que agarro el clarinete.

Y cómo, cuando fui a enseñar a su cole lo que era un clarinete y cómo se tocaba, permanecía sentadito junto a sus compañeros sonriendo y les decía: “¡Es mi papá!

Panda de estómagos agradecidos (y tal y tal)

Antes de nada: disculpas. Disculpadnos por esta ausencia de dos meses injustificable, que sólo podemos achacar a una pequeña crisis existencialista blogueril. Prometeríamos que no volvería a ocurrir, pero el ser humano es débil y nosotros especialmente, así que lo dejaremos en un “lo intentaremos”. En fin, vamos al lío.

Aún resuenan los ecos del ruido generado en la gala de los Goya del pasado domingo. Gala que empezó con una protesta del colectivo de figurantes, que se quejaban de que los excluían de la llamada “fiesta del cine español” cuando sin ellos, no habría cine… quizás el año que viene haya que hacer la gala en el Santiago Bernabeu, para que quepan todos. Lo malo va a ser cuando haya que poner el vídeo ese de los fallecidos durante el año. Teniendo en cuenta a los figurantes podría ser que la gala anual se solapase con la del año siguiente…

Y de protestas iba la cosa. Arrancó la gala con Eva Hache, esa chica que hace monólogos y que a muchos no les hace gracia. Escuchas cosas como “¿otra vez Eva Hache? ya está bien, hombre, todos los años igual… si no tiene ni puta gracia!”. Sí, todos los años igual, el pasado y este (porque era su segunda gala). Pues qué queréis que os digamos: a Paparracho y Mamanatas nos encanta Eva Hache. Nos divierte muchísimo cuando hace monólogos y nos pone palote cuando suelta las verdades del barquero al político de turno, esté allí presente o no. Porque eso de que “no es el momento”, “es el día del cine, no de las protestas”… a nosotros no nos vale. Si el responsable de la política cultural y educativa de este país está ahí, DE LA POLÍTICA QUE ESTAMOS SUFRIENDO, lo mínimo es hacer que se le congele la sonrisa y que luego RTVE se vea en la necesidad (censura obliga) de no enfocarle cada vez que se le mencionaba.

¿Pero de qué se quejan estos, si van con trajes de 3.000 euros y viven de las subvenciones?” “¿Qué hipocresía, ir de defensores de la sanidad pública y luego parir en el Monte Sinaí, el más caro de Los Ángeles?”. Que los trajes sean prestados y que los PeBardem VIVAN en Los Ángeles (donde no hay Sanidad Pública), son detalles sin importancia. A ver cuándo nos enteramos de que lo importante no es el dinero que se tenga sino que no se consiga a costa de explotar al prójimo. La ideología se basa en la visión sobre la justicia social y la forma de conseguirla, no en hacer/votar/predicar lo que a ti te va mejor. Pensábamos que estos estereotipos estaban ya superados, pero a veces la realidad supera a la ficción.

Que twitter se incendiase atacando al mundo de la cultura, ofendidísimos por la inoportunidad, la hipocresía y la demagogia de los premiados y que muchos de esos comentarios sean de personas a las que no hemos visto tan ofendidos con la situación general del país, las políticas de recorte, los 6 millones de parados y los cientos de miles de desahuciados que se quedan sin casa y con deuda, mientras Rajoy da ruedas de prensa sin preguntas a través de un televisor (como la cabeza de Nixon en Futurama), Ana Mato se ríe en nuestra puta cara, Sepúlveda tarda años en ser despedido por ser “funcionario” del PP, el PSOE encadena despropósito tras despropósito con total desvergüenza, Urdangarín el empalmado hacía negocios con el beneplácito de Su Majestad  y Bárcenas, que vuelve de esquiar en Canadá y que ha estado cobrando hasta el mes pasado su sueldo en el PP (aderezado con abogado, coche oficial y chófer) nos regale una peineta el mismísimo día de la gala… que twitter estuviera plagado de indignados ese día, muchos de ellos amigos nuestros, nos hiela el alma. Nos hace perder la esperanza en la especie humana, de verdad.

Este para muchos es un personaje anecdótico, una rareza ajena a los verdaderos problemas de nuestros país, que son los titiriteros subvencionados.

Este para muchos es un personaje anecdótico, una rareza ajena a los verdaderos problemas de nuestros país, que son los titiriteros subvencionados.

Después de 2 meses sin escribir, pensábamos en volver con una entrada frívola sobre los Goya, donde destripásemos los peores outfits y nos riésemos de cagadas como la de los sobres de la mejor canción (matar a Povedilla era poco, en serio, “qué momentazo” dijo el jodío)… y mira lo que nos ha salido al final.

Bueno, que no llegue la sangre al río. Ya nos hemos desahogado en plan Candela Peña (que hizo arder El Cuarto de Tula y no apagó la vela) y aún nos quedan unas líneas para poner unas fotos de las mejor vestidas para Paparracho y Mamanatas. No tenemos ni puta idea de moda ni de grandes diseñadores, así que olvidaos de que digamos cosas como “este ideal Versace”, pero tenemos un sentido de la estética envidiable. Sobre todo Paparracho (esto da para otro post). Esta es nuestra selección de outfits:

La elegancia está muchas veces en la sencillez. Esta chica nos parece que va apropiadísima para la ocasión, con un aire romano patricio más que suficiente para ser de las mejores

La elegancia suele ser íntima amiga de la sencillez. Macarena García nos parece que va apropiadísima para la ocasión, con un aire romano patricio más que suficiente para ser nuestra favorita

Para muchos, la mejor de la fiesta. Los dos creemos que iba guaísima en ese verde botella de sidra aunque lleve esas hombreras un poco rarunas

Para muchos, la mejor de la fiesta fue Paula Echevarría. Los dos creemos que iba guaísima en ese verde botella de sidra aunque lleve esas hombreras un poco rarunas

Dos de las más arriesgadas de la noche, con esos vestidos que es casi imposible que le queden bien a nadie. Ellas están espectaculares. Un par de bellezones.

Dos de las más arriesgadas de la noche, con esos vestidos que es casi imposible que le queden bien a nadie. Amaia Salamanca y Nieves Álvarez estaban espectaculares. Un par de bellezones.

También hay hueco para las que no nos gusta cómo iban, pero a las que excusamos.

Vamos a ver, a Paco León lo perdonamos porque ir de mujer con un vestido tipo princesa Leia que te quede aparentemente grande e ir bien, es muy complicado. Ah, no, que es la hermana! Y a Michelle Jenner, con esos bordados tan kitch, como de cortina salón de bodas ochentero... a esta sólo la salvamos por empeño de Paparracho, siempre ha sido la niña de sus ojos (bizcos). Paparracho: que no es bizca, es de mirada interesante!

Vamos a ver, a Paco León lo perdonamos porque ir de mujer con un vestido tipo princesa Leia que te quede aparentemente grande e ir bien, es muy complicado. Ah, no, que es la hermana María! Y a Michelle Jenner, con esos bordados tan kitch, como de cortina salón de bodas ochentero… a esta sólo la salvamos por empeño de Paparracho, siempre ha sido una de las niñas de sus ojos (bizcos). Paparracho: que no es bizca, es de mirada interesante!

Y cómo no, para los AAAAARRRGGGHHHH de la noche. El verdadero Leitmotiv de este humilde blog.

Adriana Ugarte iba muy guapa, para llevarla de paseo a la playa, claro. Debió decírselo tanta gente ese día que claro, luego salió a dar el premio y con los nervios, metió la gamba hasta el fondo. Lo de Silvia Tortosa, no muy favorecida, es más por eso de los complementos, que te pueden arruinar el outfit. Es ver ese rabillo que sale de la oreja a la boca y apetecerme pedir un Whopper con queso.

Adriana Ugarte iba muy guapa, para llevarla de paseo a la playa, claro. Debió decírselo tanta gente ese día que claro, luego salió a dar el premio y con los nervios, metió la gamba hasta el fondo. Lo de Silvia Tortosa, no muy favorecida, es más por eso de los complementos, que te pueden arruinar el outfit. Es ver ese rabillo que sale de la oreja a la boca y apetecerme pedir un Whopper con queso.

Pobre Candela Peña. Encima de ser vilipendiada y llamada demagoga hija de puta (real como la vida misma) va y se pone un vestido horrendo de esos que sólo David Delfín es capaz de hacer. El verdadero misterio para nosotros es que este tío viva de la moda.

Pobre Candela Peña. Encima de ser vilipendiada por media España y llamada demagoga hija de puta (real como la vida misma) va y se pone un vestido horrendo de esos que sólo David Delfín es capaz de hacer. El verdadero misterio para nosotros es que este tío viva de la moda.

sdsdsdsd

Había otras que iban inapropiadas o directamente horribles, como Loles León enfundada en una bata-manta de terciopelo noventero, el inclasificable vestido de Ana Milán (perpetrado, lo hemos investigado, por Vicky Martín Berrocal, si es que…) o «eso» que llevaba Marta Nieto.

Y había muchas otras, muchas, pero por encima de todas, destacando como siempre en cada fiesta, en cada sarao, en cada ocasión que se vea engalanada con su presencia, emergió la figura eterna de Anita Obregón.

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Algunas no aprenden, joer.