¿No hay soluciones? Lo que no hay son ganas.
Esta entrada es continuación de la que publicamos la semana pasada. En aquella, mostraba mi indignación por la mediocridad de los políticos, el oportunismo de los economistas y la obsolescencia del modelo neoliberal (que no liberal, por más que se intenten apropiar de esta palabra, que bien que me duele) que ha traído mucho bienestar y riqueza para bastantes durante un tiempo y miseria para muchos. Cada vez más.
Muchos opinamos que el modelo está agotado y que no hay que tomar medidas para “curarlo” sino que hay que romper con muchas premisas que se toman como axiomas inmutables sin que realmente haya una necesidad real de mantener este sistema. En esta entrada, plantearemos algunas ideas para mitigar o directamente liquidar esa diferencia entre ingresos y gastos que Rallo cifraba en 135.000 millones anuales y que, de seguir en la línea que llevamos, será mayor cada día. Y será mayor porque, por más recortes que se hagan, el país es económicamente insostenible con tasas de paro superiores al 20%, no digamos ya del 25% como ahora (incluso parece mágico que pudiéramos crecer cuando la tasa era del 15%). Ese es uno de los principales secretos de esta crisis: no es el despilfarro, sino la terrorífica merma de la actividad.
Los neoliberales enseñaron a las empresas que tener dinero en efectivo y ahorrar era innecesario e ineficiente; que las cuentas cuanto más vacías estuvieran mejor, que el dinero tenía que estar en movimiento y que el crédito era la mejor solución para esto. Cuando a raíz de la crisis de las subprime en EEUU comienza a generarse la desconfianza hacia el deudor, las entidades pasan a mirar con lupa cualquier solicitud de crédito. Si antes te lo daban contabilizándote incluso tus ingresos “en negro” (y esto daría para otro post), ahora no te lo dan incluso aunque no hayas impagado nunca una deuda. Por si acaso.
Sin esos «ineficientes» ahorros en las PYMES (que encima pagan el IVA antes de cobrarlo o acumulan deudas de Instituciones públicas impagadas desde hace meses, que esto también da para otro post), el sostenimiento de la actividad es imposible y muchos se ven obligados a cerrar no teniendo ni para pagar las indemnizaciones de sus trabajadores, que se ven obligados a ir a FOGASA, cuando no tienen a la gente trabajando sin cobrar a ver si el ayuntamiento, diputación, autonomía o estado les paga de una vez lo que les deben.
Menos milongas: no hay milagros. Si 2 millones de los cinco y pico de parados que tenemos trabajasen, las cuentas SÍ saldrían y ni déficit ni hostias en vinagre. Pero generar empleo recortando la inversión es materialmente imposible.
Vamos entonces a poner algunas medidas sobre la mesa de debate. Estas son las que se me ocurren en caliente, alguna en la que estaremos todos de acuerdo y otras que quizás sean impracticables o poco útiles. No me dedico a esto, pero puestos a cambiar, no pienso dejar de contemplar una posible solución sin por lo menos analizarla. Os animo a poner vuestro granito de arena en los comentarios. Aquí van las mías:
- Lucha contra el fraude fiscal: los inspectores de Hacienda lo han cifrado en (creo recordar), 70.000 millones de euros al año. Vaya, más de la mitad que se necesita según Rallo y nadie se ha planteado otra cosa que… una amnistía fiscal para estos grandes delincuentes. Brillante.
- Incremento de las tasas sobre las rentas del capital, que las del trabajo y el consumo ya están suficientemente altas. ¿Qué me dicen? ¿Qué los capitales se irán del país? ¿los de las SICAVs también? Echad un vistazo a las espeluznantes cifras de salidas de capital del país en el último año y veremos si afectan más un par de puntos o el miedo a que esto haga crack definitivamente.
- Encabezar un movimiento internacional contra de los paraísos fiscales. Y retratar a aquellos que no quieran participar en el mismo. Algunos creen que el bloqueo a Cuba es sanísimo y otros pensamos que contribuye al sufrimiento del pueblo cubano mucho más que el propio sistema en sí; ahora, en bloquear económicamente a los paraísos fiscales no piensa nadie y si esto no se ha hecho es por la incestuosa relación entre las grandes fortunas, las grandes corporaciones y los grandes gobiernos. Es inadmisible que sigan existiendo ni un día más.
- Legalización de las drogas y la prostitución. Barreras morales hacen que miremos para otro lado y que se dejen de regular aspectos que redundarían en salud y seguridad ciudadana, por no hablar de los suculentísimos ingresos fiscales de unos niveles inimaginables. Y la situación de ilegalidad o alegalidad no va a hacer que dejen de existir, así que regulémoslo en beneficio de todos.
- Imposición de aranceles severos a aquellos países en que no se respeten los derechos humanos y los de los trabajadores. No es tolerable que haya quien, atemorizando o alienando a sus ciudadanos, consiga que trabajen en condiciones de semiesclavitud (o sin semi) produciendo a costes que hacen inviable la viabilidad industrial de países que sí respetan a sus ciudadanos. Si esos ciudadanos son 1300 millones, ni hablamos ya de dónde puede quedar la industria del resto de países. Bueno, dónde puede quedar no; dónde está quedando.
- El Estado (nosotros) no ha de cubrir las deudas fallidas de las empresas privadas. Si yo invierto en bolsa en una empresa que se va a pique, pierdo mi dinero. Si un gobierno o una empresa invierte en una entidad financiera que se va a pique (e invirtió en ella porque daba más interés y daba más interés porque era más arriesgado), pues también pierde su dinero. Es así de sencillo.
- Renegociar los plazos y los intereses de la deuda soberana. Aquí se renegocian los plazos de los clubes de fútbol, las deudas de los grandes promotores, se perdonan los fraudes fiscales… pero no, la deuda se paga aunque sea a costa de los pensionistas, los funcionarios, los dependientes, la sanidad y la educación. Así lo garantiza la Constitución que modificó Zapatero de acuerdo con Rajoy al dictado de Merkel. Con tanta seguridad de pago, deberíamos tener un tipo de interés casi negativo, no? Ah, que no… Pues hemos de exigir (y sí, podemos exigir como grandes deudores que somos, igual que los Promotores pueden negociarlo con los bancos) carencia para los intereses y aumento del plazo de la deuda. Si el acreedor quiere, bien, y si no, se impaga hasta que quiera, que siempre es mejor cobrar tarde que no cobrar y si invirtieron a deuda española al 6% en lugar de alemana al -0,5% es porque sabían que asumían riesgos, ¿o eran pobres incautos como los del forum filatélico?
- Devaluación del euro. El día que renunciamos a controlar nuestra política monetaria, quedamos a disposición de lo que le fuera mejor a Europa, sin ningún arma más que la política fiscal a nivel nacional, con implicaciones directas en el consumo interno. Si se devaluara el euro aumentarían las exportaciones y mejoraría la balanza comercial, pero los países en la que ésta es favorable ganarían menos. A ver quién está en esa situación… ¡ahí va! ¡Alemania! ¡No me lo esperaba! Cuando en 2002 nació el Euro, por 1 dólar te daban casi euro y medio. Ahora, por un dólar te dan 77 céntimos. Casi la mitad que aquel entonces… Pues una gran parte de nuestros problemas pueden encontrarse aquí. Con un euro más barato, nuestras empresas serían internacionalmente mucho más competitivas.
- Más Europa o «adiós, Europa»: Esta Unión Europea, nido de políticos mediocres, cargos enchufados a dedo, donde los presidentes nacionales (algunos) pesan infinitamente más que aquellos elegidos por el pueblo para el Parlamento Europeo (donde reside la Soberanía popular, aunque esté diseñado para pintar entre poco y nada) y donde cada uno intenta sacar la mejor tajada para sus intereses (personales, de partido y de país, por este orden) es un fiasco. O nos convertimos en un país como federación de estados donde todos entienden que o vamos bien todos o vamos mal todos, o no somos nada. California entró en suspensión de pagos, al borde de la bancarrota, hace poco más de un año. ¿Pasó algo? No, porque EEUU asume que California es parte del país y que ha de financiarse con deuda federal, al mismo precio que el estado más responsable. Aquí, unos pagan el 7 y otros cobran por vender deuda, por no hablar de casos como el de Grecia, que paga un 16% de intereses por su deuda externa y no hace tanto, un 28% (una auténtica vergüenza para Europa que algún día saldrá en los libros de historia para nustra humillación). Pero como esto es un engendro, los fuertes miran para otro lado.
- Auditoría de costes del sector energético y liberalización real del mismo. Se tomaron muchos esfuerzos para acabar con un monopolio público para crear un oligopolio privado; una situación infinitamente peor para los ciudadanos. Oligopolio tanto en la generación como en la distribución y la comercialización, con lo que no sólo se pactan los precios de venta final sino también los de los mercados energéticos. Esto ha creado la siguiente situación: tenemos la energía más cara de Europa (salvo Malta o Chipre, casos evidentemente no comparables) y encima, los productores dicen que hay un déficit entre lo que el estado les paga y lo que a ellos les cuesta, costes que nunca han justificado ni se han sometido a estudio o auditoría alguna. Esta kafkiana realidad es lo que genera el llamado “déficit tarifario”, que crece cada día sobre nuestras espaldas asfixiándonos un poquito más. Esto es insostenible y hay que acabar con ello de forma inmediata.
- Reducción de gastos innecesarios y auditoría de toda subvención existente: No se puede recortar ni un céntimo más de educación, sanidad, pensiones o dependencia mientras se pueda comprar un sólo coche oficial, un billete en business, actos protocolarios, asesores absurdos o políticos sin contenido como los senadores. Es éticamente inadmisible. Igualmente, han de acabarse los privilegios fiscales y las subvenciones siempre que no se demuestre fehacientemente que es más eficiente (en términos económicos o sociales) la subvención que la no existencia de ella. Y me da igual que sea para los sindicatos que para la iglesia, los partidos, la monarquía o el sursuncorda. Auditorías públicas detalladas y sin compasión con el que esté haciendo un mal uso.
- Por último, me reservo la que a muchos les parecerá más estrambótica: eliminación del dinero físico. Se acabó llevar monedas o billetes encima. Todo, desde una gominola hasta un piso puede comprarse con otros medios de pago sin necesidad de utilizar dinero. En Sruecia, un espejo en el que mirarse tantas veces, sólo el 3% del dinero que se utiliza en cualquier transacción económica es en papel-moneda. Esa bancarización total (que generaría ingresos extraordinarios a la banca que habían de compensarse con rebajas espectaculares en las comisiones de servicio) implicaría la desaparición del fraude y el dinero negro por completo. No es tan difícil, pero hay que querer luchar contra ello. ¿Se quiere?
Otra vez me ha quedado el post muy largo y eso que no hemos tocado las medidas para acabar con la corrupción política o para facilitar la vida a las pequeñas empresas; esto quedará para más adelante. En cualquier caso, prometo no volver a sacar el tema en mucho tiempo y retornar a nuestra frívola vanalidad habitual. Tampoco es cosa de aburrir al personal y con estos dos posts, me he quedado muy a gusto. 🙂
No soy yo, eres tú. No es una crisis, es que ya no te quiero.
Este no es un blog de política o economía… aunque después de un año (que cumpliremos la semana que viene), tampoco nos queda muy claro qué tipo de blog es: no es de crianza, no es de humor por más que lo intentemos, ¿personal? Eso sí, e intransferible, ¿familiar? Quizás también. Digamos que es un guirigay y, como es nuestro y no tenemos espónsores o jefes, podemos permitirnos el lujo de hacer de nuestra capa un sayo a riesgo de perderos a algunos como lectores (o no).
La cosa es que he leído la última entrada del blog de la madre tigre, donde habla de un libro de un economista que acababa de leer (“Una alternativa liberal para salir de la crisis”, de Juan Ramón Rallo), y sin centrarse en aspectos ideológicos, recomendaba su lectura como imprescindible. Pulsando sobre su nombre se enlaza con el post, para que tengáis más datos sobre el tema si os interesa. Yo me quedo con la frase en la que dice que España necesita ahorrar 135.000 millones al año para ser viable, ero la receta mágica del señor economista es seguir apretándose el cinturón de una forma mucho más drástica que la que ya estamos sufriendo en carne propia. Ya sabéis, eso de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y tal y tal. Otras medidas propuestas pasaban no sólo por los recortes drásticos (¡malos, que gastáis mucho!) sino por las privatizaciones (¡lo público, caca!), llegando a proponer la privatización del propio Banco Central Europeo.
Yo, que soy muy de indignarme y de sangre caliente, me voy a arriesgar: no voy a leer su libro porque independientemente de que haya una posibilidad de que el resto del contenido del mismo sea una maravilla (que no lo creo), solo con esas píldoras ya tengo suficiente para sentenciar a lo Fernán Gómez: ¡A la mierda! Privadamente, como a usted le gusta.
Primero, porque no necesitamos economistas que nos analicen qué hicimos mal en el pasado y que nos digan ahora que hay que amputar la pierna cuando si nos hubieran curado el padrastro hace 10 años no teníamos gangrena ahora. Para comentarios oportunistas no hace falta una licenciatura ni escribir un libro; me basta con subirme un taxi en Madrid.
Segundo, porque (me vuelvo a arriesgar, porque no sé si es el caso de este señor) entre los recortes de lo público, siempre está el gasto en educación. Y desprecio a todo aquel que confunde gasto con inversión, más aún si es economista porque entonces ya no es una confusión, sino manipulación. Ahorrar en educación tiene mucho más coste a largo plazo que invertir en ella. Y no hablo de coste social ni otros términos de similar nivel flowerpower. Hablo de miles de millones de euros. Hay suficientes estudios matemáticos que lo demuestran no sobre suposiciones, sino sobre datos reales. Recordemos que el paro está afectando prácticamente en exclusiva, a las capas menos formadas de la sociedad (sí, ya sé que nos afecta a todos, pero los datos estadísticos están demostrando que más del 90% de desempleados de la crisis actual no tienen Educación Universitaria o Formación Profesional). Estos parados no sólo no pagan los impuestos que se ingresarían sino que cuestan dinero al estado, todo esto sumado al drama detrás de cada caso. No voy a hacer cuentas, porque ya hay gente seria que los ha hecho y están a tiro de Google de cualquier interesado.
Tercero, porque van más de 30 años desde el cambio de modelo económico global que impulsaron Thatcher y Reagan, 30 años desde que los postulados de la Escuela de Chicago se impusieron a los Keynesianos y, los grandes poderes fácticos nos venden como lo único viable. Este modelo en el que la mayoría de los países, muchas empresas y algunos particulares vivieron por encima de sus posibilidades a costa de la deuda, con la connivencia de los grandes poderes económicos y financieros. Un modelo piramidal insostenible que todo el mundo sabía que iba a reventar y nadie hizo nada por desmontarlo. Ahora sí, ahora nos dicen que los ciudadanos vivimos por encima de nuestras posibilidades. Pues la solución de este hombre para el modelo fallido es… ¡MÁS MODELO! Más liberalización, más privatizaciones, más recortes del gasto social. Para estos fenómenos, el modelo no ha fallado por exceso sino por defecto. Pues a otro perro con ese hueso.
Cuarto, porque ahorrar 135.000 millones no es recortar 135.000 millones. Es que la diferencia entre los ingresos y los costes actuales ha de cambiar en esa cantidad (según sus cálculos). Pretender hacerlo solo recortando gastos implica reducir inversiones, lo que reduce la actividad económica y la producción, genera más paro y, a la postre, más gastos y menos ingresos fiscales. Por último, trae consigo esperar a que dentro de un año nos diga el economista de turno que el año siguiente hace falta recortar otros 40.000 millones más de los 135 mil del año anterior porque han cambiado las variables.
Son tiempos de grandes políticos y de grandes decisiones, no de perfiles bajos rodeados de lobbies que le dictan al oído lo que le va bien a la ¿sociedad? Hemos de exigir que se rompa por completo con los axiomas aceptados en las tres últimas décadas. Han de ponerse nuevas perspectivas sobre la mesa de debate y analizarlas sin someterlas a las reglas del liberalismo económico. No vale ya con recortar, hay que CAMBIAR. ¿Por qué en ningún foro de poder se plantean otras alternativas a este modelo caduco y empíricamente agotado?
Y vamos a cortar aquí por hoy, porque el post está saliendo demasiado largo y técnico. Mañana, intentaremos proponer algunas alternativas, porque no es verdad que no haya otros caminos.
La entrevista de mundobebes.net
Es un clásico en la red de blogs familiares y esta vez nos ha tocado a nosotros «protagonizar» una de las pequeñas entrevistas de la tienda de puericultura mundobebes.net. Hoy podéis leernos AQUÍ.
Paparracho y las mujeres (I): El Aeróbic
Bueno, bueno, amigos… llevo tiempo amenazando con escribir algún post en el que hablar de mi lado femenino. Todos tenemos uno, pero el mío parece muy marcado. Cualquiera podría sospecharlo viendo que con mamanatas llevo un blog familiar (¿cuántos hombres estamos entre los casi 500 blogs de madresfera?) pero la cosa va bastante más allá. Empecemos esta «sección» contando una anécdota personal con el aeróbic; lo normal sería no contarlo, lo sé, pero la vergüenza ya la perdí hace mucho tiempo.
Hace cosa de tres años, andaba yo preocupado por mi peso… o por la evolución de él. El guaje estaba en camino y yo no quería que se encontrase con un padre gordo. Sí, qué pasa, estoy algo gordo. Bueno, en las revisiones médicas me dicen que mi Índice de Masa Corporal es de «preobeso», o dicho de otra forma: pregordo. Es un palabro horrible, pero hay que llevarlo con dignidad.
El caso es que por mi edad, podríamos decir que soy también «previejo», con lo que mi sentido de alerta del cerebro reptil («lizard brain». We love you, Dexter Morgan) comenzó a lanzarme mensajes muy claros: hay que cuidarse.
mamanatas: Lizard brain… o pitopausia, jijiji. El pobre ya lleva unos años resentido con el paso del tiempo y la imposibilidad de gustarle a unas becarias jovencitas así que tuvo una temporada de querer mejorar físicamente… le duró poco y ahora estamos como estamos ;P
Recordé entonces que el doctor del reconocimiento médico me dijo que me convenía reforzar el cardiorespiratorio haciendo ejercicio aeróbico. Llegué a casa y se lo comenté a mamanatas:
– Cariño, tengo que hacer ejercicio aeróbico, me lo ha dicho el médico.
– Bueno, pues apúntate a aerobic; está muy entretenido – respondió casi inmediatamente
– ¿Cómo que aeróbic, eso no es de chicas? – dije yo, atapuerquense de la vida.
– Pues no, hijo, no, cuando yo iba al gimnasio siempre había bastantes tíos cachonguis en las clases de aeróbic; poca gracia tenían en las coreografías, todo hay que decirlo, pero con tu desparpajo…
– Pues yo había pensado en andar, correr suave, montar en bici… – dije temeroso
– A ver, paparracho, piensa una cosa: Te conviene el ejercicio aeróbico… y qué hay más aeróbico que el aeróbic???!!! Si se llama igual!
Giró la cabeza tras esas palabras y pude ver cómo sonreía maliciosamente pensando, seguramente, que yo era tonto. Mientras tanto, yo empezaba a contemplar con interés la opción del aeróbic: especulaba en silencio con la posibilidad de mejorar mi forma física y la tonificación muscular al tiempo que me alegraba la pestaña viendo hordas de juveniles féminas en mallas apretadas con coreografías sexies y repetitivas.
Como somos muy de lo público y mamanatas tenía las mañanas libres por aquel entonces, ella se encargó de ir a pedirme plaza en la clase del polideportivo del barrio.
mamanatas: Esto tenía que habernos dado una pista de lo que le esperaba a paparrachonasarre. Cuando le di el DNI de mi cónyuge y la solicitud para aeróbic a la chica de la taquilla me soltó desde lo más profundo de sus entrañas: «¡pero es un CHICO!». Cuando se lo conté a paparracho tuve que usar toda mi demagogia para convencerle de que independientemente del comentario debía ir: «¿y tú te llamas progre? eres un retrógrado y un antonioalcántara y un antiguo», que viene a ser todo lo mismo pero a él le sirvió para pasar por la experiencia y poder contarlo ahora, jijiji.
Llegó el gran día. Fui con un pantalón de deporte y una camiseta, muy lozano. Dejé las cosas de la ducha en el vestuario, donde me encontré sorprendentemente solo, y me dispuse a salir a la pista del polideportivo, convenientemente partida en dos para aprovechar bien los espacios y maximizar el uso. Tras una mirada general, no podía salir de mi asombro: era realmente el único hombre en una clase de 50 personas. Eso no suele amilanarme, pero la situación real era más dramática de lo que había sospechado. La más joven pasaba holgadamente de los 40 y podríamos decir que el menos preobeso de la sala, era yo.
Nadie me había mirado raro (las mujeres nos dan lecciones cada día, amigos), así que me agarré los machos y me dispuse a ser un buen alumno. Y entonces empezó: la horrible música estruendosa. Ni siquiera sabía que existían eso tipos de canciones. Algo entre rumba, latineo, chundachunda, techno-malo… ¡no podía ser peor! pero había que aguantar el tipo. Empezó el ejercicio muy suave (un calentamiento pensé yo), siguió poniéndose suave y luego, volvió al muy suave. Me desesperaba con la pérdida de tiempo porque ni sudaba y del alegramiento de pestaña, nasti de plasti. Comenzaba a plantearme que aquel no era mi sitio.
mamanatas: Yo, eso de que no sudaba, lo tengo que poner en duda, porque hasta cambiando una bombilla suda… ummm
Y llegó el momento de la arenga: a medida que mis curvilíneas compañeras comenzaban a rezagarse en los ejercicios, la profesora animaba: «Venga, chicas, que hay que bajar esa barriguita» o, un poquito más tarde: «Ánimo, chicas, que nos vamos a poner todas guapísimas»… yo admitía el femenino genérico dado que yo representaba en exclusiva al 2% de hombres en la sala, así que esas frases minaban mi espíritu, pero de una forma asumible. Pero entonces llegó la frase definitiva mientras tumbados en el suelo levantábamos lateralmente la pierna una y otra vez: «sin perder el ritmo, chicas, ya sé que es duro pero el verano está aquí… ¡y tenemos que estar bien para el tanguita!».
Ahí fue donde decidí que era mi primer y último día con el aeróbic. Aguanté estoicamente hasta el final de la clase con la poca dignidad que me quedaba y cuando se acabó aquel ruido infernal, pensé que todo había acabado y me encaminé hacia el vestuario masculino. Pero, ay, comenzaron a levantar el telón que partía en dos el polideportivo y allí estaba entrenando un equipo masculino de balonmano, musculosos jóvenes que revisaron ocularmente de forma detallada nuestro grupo, ávidos de alegría de pestaña, para encontrarse con un conjunto de mujeres que podrían ser sus madres y un preobeso que no sabía ya de qué color ponerse.
Y esto es todo. Obviamente, no tuve fuerzas para volver allí, aunque no fue realmente mi última clase de aeróbic: meses después volví a ir a un gimnasio durante una temporada, pero eso es otra historia…