Archive | enero 2014

Nativos digitales ¿realidad o tontunismo?

Hace 4 ó 5 años, si tú le soltabas eso de “nativo digital” a alguien, padre o no, tendrías que explicarle lo que significa la expresión. Hoy, parece que ya forma parte del conocimiento popular, porque no hay charla, tertulia de bar, congreso o evento para familias en la que no se mencione el término.

Los niños de hoy son nativos digitales porque ya han nacido en la época esta del 2.0, las pantallas táctiles, las redes sociales, los smartphones… pobres niños analógicos éramos nosotros, padres de niños pequeños, que cuando tuvimos nuestro primer móvil o nos conectamos por primera vez a internet a través de un modem de 64kbps ya estábamos en edad de trabajar.

Oyes esto de nativos digitales y parece que tienen que ser una especie de niños mutantes que tendrán una comprensión de todo lo relacionado con tecnologías de la comunicación a una distancia sideral de lo que somos sus padres, incluso aquellos que fuimos casi pioneros en internet (desde el 94 llevamos nosotros) y pasamos por todas las fases. Es como si los nacidos antes de 1995 arrastrásemos una tara tecnológica, aunque ahora llevemos dos smartphones en el bolsillo que manejamos con soltura, tengamos blog, 7 cuentas de correo, whatsapp,  LINE y estemos dados de alta en más de 5 redes sociales de distinta tipología que actualizamos o consultamos con frecuencia. No es suficiente.

Uy, el twitter. Esto daría para otro post, porque es más de padres que de hijos, pero sirva como ejemplo caricaturesco de lo demencial que está siendo esto de los niños y el 2.0

¿A qué viene esta reflexión? Nosotros hemos optado por mantener al guaje y al neñu alejados por ahora de todo tipo de gadgets en la medida de lo posible; apenas puntualmente y a cuentagotas. Lo cuentas a conocidos y, aunque no te digan nada, a veces sientes su mirada reprobadora como diciendo que estás limitando el futuro a tus niños apartándoles arbitrariamente de ese mundo de posibilidades que se abre ante ellos. Y hasta te hacen dudar, de vez en cuando.

“Es que tienen juegos muy educativos”, “desarrollan su inteligencia”, “son fenomenales para coordinación motora fina”… y nosotros nos preguntamos cómo somos capaces de hacer todo lo que hacemos con un ordenador, tablet o teléfono hoy por hoy, o teclear a 300 pulsaciones minuto sin haber ido nunca a clases de mecanografía o tocar teclado alguno antes de los 14 años. ¿Estamos los paparrachos acotando de alguna manera el futuro de nuestros niños o convirtiéndolos en bichos raros del futuro?

El guaje es capaz hoy por hoy de pasar para adelante y para atrás fotos en el móvil y desde hace relativamente poco tiempo. Nada más. Y no se le ocurre tocar un aparato en casa sin estar nosotros delante; no le llaman mucho la atención por el momento al no conocer la abrumadora cantidad de cosas divertidas, geniales, estúpidas o mierdosas que hay al otro lado de esa pantalla.

A veces le dejamos con nosotros el portátil para jugar juntos a algún pasatiempo infantil y aún anda un poco pobre con el ratón. Tendrá que mejorar, pero estoy seguro de que en dos días lo hará tan bien como cualquiera. Si precisamente se distinguen nuestros cacharrillos y su evolución en los últimos años es en hacerlos accesibles a cualquiera, por analfabeto digital que sea. Y así seguirá siendo por reglas básicas de la economía de mercado: hace 20 años, para entender un procesador de texto tenías que tener nociones medias de informática: hoy editas fotos desde el móvil aunque tengas 60 años e internet desde hace 2 meses.

Viñeta que ilustra muy bien la mentira del «nativismo digital». Los estudios demuestran que los jóvenes y niños son rápidos como usuarios, pero los conocimientos de informática van cuesta abajo y sin frenos. De los de literatura, lengua o matemáticas, mejor no hablar… 😉

Por esto no nos causa temor que el guaje sea un poco torpe con las nuevas tecnologías por el momento, porque preferimos verlo apuntar mal con el ratón que intentar agrandar la foto de una revista en papel haciendo el gestito de abrir los dedos sobre la foto. Y sobre todo, porque si algo han sido los videojuegos y las tablets o smartphones en general, es adictivos. A un nivel que hace estragos en algunos adolescentes, jóvenes y adultos; ¿qué puede hacer en un niño? Tampoco hay que dudar mucho: ya existen múltiples sitios donde hacen terapia infantil para desengancharse de la tecnología.

Y también entendemos y asumimos que los niños a veces pueden resultar agotadores, pero está en el sueldo de la profesión de padre aprender a vivir con ello y enseñarles algunas virtudes como la paciencia o la simple contemplación de lo que te rodea. Nuestros niños van a Gijón cada 4 ó 5 semanas y nunca han tenido un DVD en el coche. No saben ni que existe esa posibilidad y viajan de maravilla: durmiendo, mirando por la ventana, cantando canciones o escuchando música con nosotros, a veces infantil, y a veces de adultos. ¿Que en ocasiones pueden ser agotadores? Pues sí, nos ha jodido. Nadie dijo que esto fuese fácil.

Muchas veces esto de los nativos digitales nos da la impresión de que ha sido inventado por quien quiere vender cacharritos y comprado por quien le viene fenomenal poder “desconectar” a sus niños durante un ratito. Lo malo es cuando ese ratito se convierte en media tarde (o tarde entera) cada día y te encuentras que mientras tu hijo juega con otros, salta, corre y rueda por el suelo en un prado junto a la terraza en que te tomas algo, otros grupos de 4 ó 5 niños se agrupan alrededor de otro que lleva un iPAD en el que seguro que tiene instalado un juego supereducativo pero que nunca estará a la altura de correr tras palomas, pisar charcos o descalabrarse un poquito mientras intentabas trepar a un árbol.

Tiempo para pantallas y juegos tienen toda la vida por delante, pero ver la vida y lo que te rodea con ojos de niño dura tan poquito que no podemos permitirnos el lujo, en nuestra opinión, de que se pierdan ni un instante.

Y vosotros, ¿cómo lo veis?

¡Qué jodío el Rey Gaspar!

Como broche final a unas navidades tan felices como pasadas por agua en Gijón (las peores que recuerde en mucho tiempo… ¡11 días de 13 nos llovió!) llegaron SS.MM. los Reyes Magos de Oriente en helicóptero a la playa, donde el guaje pudo verlos bien cerquina e incluso tocarlos para mayor regocijo personal. Era el preámbulo a la Cabalgata y a esa noche de tensión y nervios en la que los pequeños (y los no tan pequeños) vamos pronto para la cama para que los Reyes no pasen de largo.

La mañana se hizo esperar, pero poco después de las 8, la emoción se desbordaba al ver los paquetes. Todos salimos muy bien parados, sobre todo los canijos, pero la que tuvo un trato más directo con Sus Majestades fue mi inseparable mamanatas. ¡Menudo morro! Gaspar en persona, le dejó una carta que decía así:

Querida mamanatas,

Hoy es un día muy especial para los niños y también para los adultos que siguen teniendo alma de niño, como tú.

Sabemos muy bien (sobre todo yo, Gaspar) que llevas muchos años queriendo tener una gatina en casa. Pero tienes un problema; paparracho no es precisamente amante de los felinos y tiene muchas razones para oponerse. Primero era por vuestro querido Tango, que ya estaba viejín y era difícil plantearse siquiera que pudiese pasarlo mal conviviendo con un nuevo habitante de la casa (sí, ya sabemos que muchos perros y gatos se llevan bien, pero ¿cómo asumir el riesgo de que no fuese así?). Luego, llegaron los temores a la convivencia con el guaje y ahora, también con el neñu. ¿Y si resultara ser un gato conflictivo? ¿Y si los niños fueran alérgicos?

Ya te lo podemos decir claramente: paparracho te quiere con locura y comprende perfectamente tus deseos (por eso te ha pedido este divertido comic gatuno, que seguramente te sabrá a poco), pero no vas a poder convencerlo nunca, lamentablemente.

El comic en cuestión: Todo Miau de José Fonollosa, una recopilación de sus tres comic sobre los gatos ¡Muy molón!

El comic en cuestión: Todo Miau de José Fonollosa, una recopilación de sus tres comic sobre los gatos ¡Muy molón!

Tú no podrás, pero resulta que nosotros… nosotros somos magos. Y mientras estás leyendo esta carta, sin que él lo sepa, estamos lanzando un hechizo que le está haciendo cambiar de opinión. Posiblemente le costará llegar a querer a los gatos como lo haces tú, pero cuando termines de leer esto, te sorprenderá cómo te responderá si le preguntas qué le parece meter una gatina en casa, como llevas queriendo tanto tiempo.

No tienes por qué agradecérnoslo, estamos aquí para llevar la ilusión a quienes lo merecen. Y tú eres una de esas personas que lo hacen sobradamente. Sólo te pedimos una  cosa, que esperamos que te parezca razonable: responsabilízate del nuevo miembro de la familia. Somos magos, pero no omnipotentes. Una cosa es que le podamos convencer e incluso hacer creer que él también quiere un gato y otra que consigamos que limpie sus cacas, arenas, comederos, pelos , etc, etc. Con el tiempo, ya veremos lo que podemos hacer.

Nada más, esperamos que disfrutes de este truquito de magia, que por cierto, ya ha surtido efecto. Pregúntale, pregúntale, ¡ya verás!

¡Muchos besos de los Reyes Magos (sobre todo de Gaspar) y Feliz Navidad!

PD. Se me olvidaba, hay dos condiciones importantísimas para que el conjuro surta efecto:

  1. Aceptar gustosa que paparracho lleve barba
  2. Llevar el listón pasional (tú me entiendes) a cotas bien altas. ¡Cuanto más lo sean, más fuerte será el hechizo!

Pues nada, que me parece que me han endiñao una gata y no me he dado ni cuenta. Qué jodío el rey Gaspar…