La mala educación
Voy a decir una frase tan típica como la de “si entra es gol”: son como esponjas.
¡Hala! ¡Ahí queda eso! ¡Ya lo he dicho! ¡Qué a gusto me he quedado! Pero es que lo pienso de verdad. Me resulta acojonante que le digas una palabra 2 ó 3 veces y ya la comprenda… y entonces me planteo: ¡coño! ¿y los tacos? ¿qué hago yo con los tacos? Porque, sinceramente, soy un poco taquera e incluso si me apuras un pelín defensora de ellos si están “bien utilizados” (en un chistecillo, o en un chascarrillo, o cuando alguien te toca bastante los cojoncillos…). Pero, claro, tampoco me gustaría tener un hijo de oficio taqueador aún viniendo de una tierra en la que nos cagamos en nuestra madre y en las ajenas con una facilidad que ni Carmen de Mairena.
paparracho: esto es rotundamente cierto. Si os quedan dudas, observad los primeros 20 segundos de este vídeo. Vedlo entero si queréis, pero está en amestáu (medio asturiano, medio castellano)
Entonces, he desarrollado (de manera natural, no es que me haya dado la cabeza pa’ inventármela) una técnica que todavía no controlo mucho pero que me ha venido muy bien en algunas situaciones y la paso a detallar a continuación con un ejemplo sobre la conducción:
Parto de la idea de que existen dos tipos de personas conduciendo: unas, energúmenas, de las que sale lo peor de su persona y las otras, que suelen ser muy tranquilas al volante, no se alteran en las labores conductoras, piensan que los demás son unos hooligans… y la realidad demuestra que muchas veces son este tipo de personas las que las lían pardas ocasionando incluso algún accidente pero, eso sí, ellas siguen tan tranquilas. Yo soy de las primeras, para qué negarlo.
paparracho: no, no te molestes en negarlo, porque te quitaría yo la careta rápidamente. Anda, que no me has hecho pasar malos ratos cagándote en el motorista que te intenta adelantar por la derecha o en el que se quedó atravesado en el cruce y luego coincidir con ellos en el semáforo justo 10 metros después: «Te pones chulita y luego qué, ¿me pego con tu novio?» dijo el último… un día me matan por tu culpa!!!!
Aunque últimamente para no empeorar mi salud mental hago mucho “ooom ooom ooom” y ya me lo voy tomando de otra manera. Total, que esas veces que ni los “oooms” me valen, y ya comienza el improperio a salir por mi boca (que mira que los hago largos…) y en estas me acuerdo de que llevo al guaje detrás en su sillita, surge mi técnica: se inicia el mecagantodo a la vez que voy bajando bajando bajando el volumen mientras aprieto aprieto y aprieto los dientes, que ya quisiera Maricarmen con sus muñecos y Jose Luis Moreno con los suyos estar a mi altura.
¡OJO! A CONTINUACIÓN VAN UNAS IMÁGENES QUE PUEDEN HERIR SENSIBILIDADES. Pon la mano delante de los ojos y mira entre los dedos como si se tratase de una peli de miedo o baja de golpe con el botón AvPag o atente a las consecuencias…
Sí, es el polifacético, genial, magnífico, jovial, emblemático y marcapaquetista Jose Luis Moreno. ¿Casualidad que estas fotos sean del mismo año que nací yo?... a ver si voy a ser un muñeco :O
Así que como asignatura pendiente y teniendo que aprobarla in extremis porque el guaje ya se cosca de todo no me queda otra que empezar a utilizar la ironía a lo loco y una enorme sonrisa falsa a la vez que digo: “mira ese señor taaan majo si no podía haber puesto el intermitente” mientras en mi fuero interno lo que se cuece es “menudo hijoputa, pa qué coño va a señalizar el fernandoalonso de los cojones”…
¡Joder, es que esto de la maternidad es muy difícil y nadie me lo había contado!
PD.- He contabilizado ocho nueve tacos en esta entrada. Quiero entender que este blog solo será leído por personas mayores de edad de las que espero no se sientan ofendidas por esta fea manía mía, pero comprendan que aquí llevo a cabo mi desahogo…
Un saludo (hostia, esto último me ha quedao fino, eh?).
Ateo, pero muy navideño
Esta entrada no va a ser como las anteriores… no contaré anécdotas lamentables en cenas ni cosas supuestamente divertidas. Escribo porque nado perdido en un mar de dudas y quizás entre los que se pasen por este casi neonato blog podrán darme alguna sugerencia.
La historia comienza así: nací en 1975 en una familia no prácticante pero católica. Ya me entendéis: no pisaban la iglesia más que en bodas, bautizos y comuniones, pero tampoco puedo decir que no fueran creyentes. Había que remontarse una generación atrás para encontrar un ateo en mi abuelo Nicolás, aunque teniendo en cuenta lo que le tocó vivir tras 1939, no era algo de lo que hiciera precisamente ostentación.
mamanatas: No es por ser aguafiestas… aparte de la BBC te ha faltado mencionar los funerales… ya sabes, «no somos nadie» y todas esas cosas.
En aquella época, no bautizarse era una auténtica rareza, por lo que siendo un tierno bebé fui bautizado y luego seguí el camino más trillado; catecismo a los 7 y primera comunión a los 8. Aquello debió de impactarme mucho porque tengo un recuerdo vívido de pensar en la camita que si me moría me gustaría que me enterrasen en Jerusalén junto a Jesús. Así era mi ego por aquella época. ¡Angelito!
mamanatas: Esto de hacer un blog bicéfalo me hace descubrir cosas nuevas sobre ti, yo que siempre digo que te conozco como si te hubiera parido…
Por si las moscas (ya sabe usted que yo soy la agnóstica de nuestra familia) le daré un consejo, Woody Allen mediante: «No creo en una vida más allá pero, por si acaso, me he cambiado de ropa interior». Así que ya lo sabes, y no vale con darle la vuelta y lo marrón pa’trás!
Luego comencé a ir a un campamento de verano con una parroquia. Las únicas actividades católicas en los 15 días de verano consistían en dos misas de domingo de 30-40 minutos en las que cantábamos y representábamos algún pasaje bíblico. Estuve yendo allí desde los 8 hasta los 22 como acampado y monitor. Pasé muchos de los mejores veranos de mi vida e hice grandes amigos. Amigos con los que, para mantener el contacto durante el año, iba a post-comunión, preparación a la confirmación y confirmación. Incluso llegué a ser catequista 3 ó 4 años.
mamanatas: Qué me vas a contar a mí: colegio de monjas, comunión, campamentos de las Juventudes Marianas Vicencianas… y lo bien qué me lo pasaba (a pesar de que el mío sí que era más religioso). De todas formas nada de confirmación y de catequista duré dos telediarios porque ya veía yo que yo no… Abandoné antes que tú.
Reconozco con cierta vergüenza que en aquellos momentos de catequista y confirmación, ya era bastante escéptico con el asunto religioso, por lo que podría decir que esta fue una de las escasas ocasiones en que el pragmatismo pesó más que la coherencia en mi vida. Con el paso de los años, el escepticismo se volvió agnosticismo y, éste, en ateísmo. Finalmente, decidí apostatar (cosa milagrosamente posible en el arzobispado asturiano al menos hasta hace unos años) y ahora puedo decir que nada me une a la religión católica de manera formal.
mamanatas: El milenarismo va a llegaaarl!! (con tanto «ismo» no he podido evitarlo). Jajajaj, me parto yo sola!
¿Nada me une al catolicismo? No en creencias, pero las tradiciones católicas están fuertemente enraizadas en la sociedad y, francamente, la navidad me apasiona. En mi familia siempre hemos sido muy navideños. Es un drama si no conseguimos juntarnos en navidad, nos enviamos postales, nos encantan las luces, los villancicos y, sobre todo, somos fans enfermos de los reyes magos. Yo me enteré de la historia con 6 años, yendo a 1º de EGB, cuando me lo dijo un compañero de colegio un año mayor. ¡Qué puñalada en el corazón! Recuerdo con odio la cara de ese niño todavía, lo juro. Mi madre siempre me cuenta que llegué a casa y les dije:
– Mamá, papá, os voy a preguntar una cosa, pero no quiero que me mintáis. Por favor, decidme la verdad: ¿los reyes sois vosotros?
Mi madre encontró mi planteamiento tan maduro que hizo de tripas corazón y, al borde de la lágrima, confesó. Estaban tristes porque pensaban que era muy pequeño para perder la ilusión, pero no fue así. Mi hermana acababa de nacer y yo sentí la necesidad de colaborar con ello, así que empecé a ayudar a mis papis con la peque, seguí yendo a cabalgatas, empecé a poner yo reyes no monetarios y empezó una espiral que nos lleva a donde estamos ahora.
Los días previos a Reyes nos pinchamos unos a otros con el «qué te traerán los reyes?», «te habrás portado bien?», etc. Vamos a la cabalgata el 5 y la noche de reyes estamos todos en casa y nos peleamos por ver quién es el último que lleva sus regalos al salón. Solo el primero lo hace con luz; el resto, entramos a oscuras para no ver nada de lo que podemos tener nosotros. Nos vamos a la cama nerviosos y, cuando despierta el primero, va despertando a los demás para ver qué ha pasado durante la noche. A veces, ha sido a las 6 de la mañana!!! Imaginaos, dos apóstatas como mi hermana y yo viviendo esto como si tuviéramos 4 años.
mamanatas: Sí, y aunque yo vengo de una familia a la que también le gusta la navidad, me ha superado el tema y ya estoy abducida del todo por paparracho’s family.
Pues así de kafkianas son nuestras navidades y así de intensas e ilusionantes me gustaría que fueran para el guaje, tanto en su infancia como durante el resto de su vida. Sin embargo, las cosas son muy distintas para él y para mí. Los conceptos religiosos estaban presentes en mi infancia de una manera clara aún no siendo practicante mi familia, pero nosotros no tenemos ninguna intención de formar religiosamente al niño. ¿Cómo explicarle quiénes son los reyes magos? ¿Y Jesús o la Virgen María? ¿Por qué se llama «portal de belén»? La iconografía está presente en la cabalgata, en la iluminación navideña… en todas partes. Tengo miedo de que si quito lo sobrenatural de esta historia pierda parte del interés que despierta lo mágico en los niños. El año pasado solo tenía 8 meses y este aún será pequeño para plantear dudas, pero este momento llegará y no sé muy bien cómo afrontarlo.
A ver si hay suerte y alguien nos da un buen consejín para aprender a convivir con nuestra incoherencia navideña. Mientras tanto, aprovecho para desearos que paséis unos días estupendos con vuestra familia y amigos, lo mejor para el 2012 y que os traigan mucho los reyes! Os dejo con una foto familiar para felicitar estas fiestas. Yo quería ponerla en el blog y mamanatas no me dejaba, así que he optado por una solución intermedia!
mamanatas: Dios! (si se me permite), se puede dar la apariencia de ser más frikis que nosotros?! (de verdad, que luego somos bastante normales, joer)
Gestión de situaciones especiales con niños
En este post, vamos a intentar dar algunos consejos basados en la observación y en la experiencia. ¡Esperamos que sean de ayuda, amigos!
Situación 1: Hacer la compra con niños.
Descripción: A todos nos ha pasado. Entras en el supermercado con tu niño en el carrito y con la idea de coger un par de cositas pequeñas. Recorres los pasillos abarrotados buscando tu tesoro pero por el camino vas encontrándote aquellas cosas que los monstruos de la psicología del comprador han colocado estratégicamente en el camino:
– Coño, chocolate.
– Anda, fíjate el tiempo que no hacemos una fondue
– Mira, segunda unidad de vino al 70%
– Ofertón de chuletón de buey! 9,50 el kilo. Esto cae!
Al principio vas llevando las cosas en la mano sosteniéndolas con dos dedos, luego tiras de barbilla u oreja/hombro como Capdevila en la celebración del mundial, pero llega un momento que comienzas a utilizar las cestas del carrito.
Consejo: Alma de cántaro, los supermercados nos dominan. Tú sabes que siempre compras más de lo que tenías pensado, así que o te impones una disciplina espartana o, de una forma más práctica, cógete una cestita a la entrada. Llevar una cesta y un carrito es difícil, pero no imposible.
Nunca llegues a: llenar la bandeja del carrito del nene, porque una vez que llegas a esa situación y la compra compulsiva te posee, puedes llegar a situaciones que nadie desea, como la de la foto.
Situación 2: Los cumpleaños del niño
Descripción: Los cumpleaños son fechas mágicas. Incluso para nosotros, que ya va haciéndonos menos gracia el tema de sumar años (no comentemos si el cambio es de década), son momentos geniales para estar con amigos y familia.
Consejo: Estamos hablando de tu hijo y el cumpleaños es su momento más importante. Incluso más que la mañana del 6 de enero, si nos apuras. Recuerda que tú, a estas alturas, eres su superhéroe favorito (ya llegará el momento de que te odie, aunque pasará pronto también). Tu obligación es estar ahí al 100% y hacer cualquier tipo de payasada que sea necesaria para hacer el día inolvidable para él.
Nunca llegues a: Puede ser que estés a punto de conseguir un iPad2 si rellenas una encuesta de internet (jiijiji, conozco a una que se lo creyó una vez), puede que tengas el whatsapp que echa humo con viejos amigos intentando quedar contigo este fin de semana (dos años después de la anterior ocasión) o puede ser que te falten 2 minutos para llegar a pasar la pantalla esa que se te atraganta en tu juego favorito. Sea lo que sea, déjalo ahora y no dejes que el momento de apagar las velas se convierta en esto.
Situación 3: viajar con tus hijos
Descripción: Una escapada con niños parece una entelequia, sobre todo los primeros años (aún nos lo parece a nosotros, con lo viajeros que fuimos), pero si la escapada es corta y el niño está acostumbrado al porteo, hay opciones que permiten que no te vuelvas tan loco como pensabas.
Consejo: Hazte con una buena mochila. No mires tanto la marca de moda como que sea ergonómica, no solo porque es lo mejor para esas tiernas y comestibles piernecitas sino porque en otro caso, no aguantará más de 10 minutos con todo su peso cargado en la entrepierna. Con un niño acostumbrado a la mochila podrás ir cómodamente en transporte público, pasear por la ciudad, subir escaleras en castillos o visitar ruinas romanas si te place.
Nunca llegues a: No olvides que llevas un niño en la mochila. Son cómodas y si el niño es un santo y tú estás fuerte, puedes llegar a olvidarte de que lo llevas contigo. Si crees que puede pasar esto, llévalo siempre al pecho!!!! Así evitarás que te pueda llegar a pasar esto:
Situación 4: La seguridad de nuestros retoños
Descripción: Cierto es que a todos nos han dicho alguna vez eso de: “no cojas caramelos a la puerta del colegio, no montes en el coche con alguien que no conoces, ten cuidado no te echen un porro en la cocacola…”. ¡La seguridad es importante! Esto es sabiduría ancestral que trasciende fronteras.
Consejo: Está claro que nuestra generación dispone de mucha información y que no debemos volvernos paranoicos con el tema seguridad, así que simplemente siguiendo la regla de no hablar con desconocidos ya tendría que valernos para ciertas situaciones. Si eres muy paranoico, siempre puedes apuntar al niño a algún tipo de arte marcial o incluso a boxeo. Si eres «demasiado» paranoico, no lo hagas porque tendrás miedo que algún día esto se vuelva contra ti (cada vez que vemos los casos de supernanny nos acojonamos; los de «hermano mayor» directamente no los vemos!)
Nunca llegues a: Regalarle a la guaja armas rositas para que sea miembra de honor en la Asociación del Rifle, por más que seas firme defensor de que «no matan las armas, matan las personas». No es plan de que la siguiente propuesta en la guarde sea poner a las puertas un arco-detector.

Míralo qué tierno el padre abrazando a sus infantes... ¿le habrá puesto el freno al carrito de la pequeñina? (seguridad ante todo)
Situación 5: El zoo.
Descripción: Lugares entrañables a los que no vas desde que tenías 10 años, más o menos. Visto con ojos de adulto, a poco que tengas cierto amor por los animales, tendrás tu dilema moral sobre la conveniencia de tener en un recinto como este animales salvajes, pero hay buenas opciones en semilibertad como Cabárceno (Cantabria).
Consejo: Si ir a Santander te va mal, olvídate de tus dilemas morales y llévate al crío al zoo, hombre. Recuerda lo bien que te lo pasabas allí de pequeño y cómo tu peque alucina viendo bichos de todo tipo en la tele o en los cuentos.
Nunca llegues a: entusiasmarte demasiado con este asunto. Los animales están allí para verlos y disfrutar del momento. Ya sabemos que a veces hay exhibiciones de aves rapaces o serpientes a las que te dejan acariciar y hacer carantoñas. A algunos niños les entusiasma esto, pero es importante saber dónde está el límite. Estos padres no lo sabían.

La leona estará drogada o no tendrá dientes, pero DA IGUAL! Ojo a la cara de acojone de la pobre criatura. Del momento "dónde están las piernas" mejor ni hablamos.
Situación 6: Fotografías «divertidas»
Descripción: Otra costumbre transgeneracional es hacer fotos divertidas con los niños. Disfrazarlos de personitas mayores, jugueteando con las mascotas del hogar, saltando encima de la cama…
Consejo: Céntrate siempre en que el objetivo no es sólo que la fotografía sea divertida sino que la situación sea memorable para el niño también. Oiga usted, que es el protagonista del evento, no el monín de feria.
Nunca llegues a: Ir demasiado lejos con las fotos con personajes poco familiares. Incluso algunos niños muy valientes y capaces de destrozar mobiliario urbano a base de infantiles pataditas, han llegado a sollozar en cuanto se les pone en el regazo de Papá Noel o de algún Rey Mago (cierto es que algunos disfraces dan ganas de llorar…). Pues si se ponen así con alguien que les trae regalos cada navidad, imaginad el trauma que pueden conseguir con otros protagonistas!
Situación 7: Despedidas de soltero/a
Descripción: Pues lo que viene siendo esto. Días en los que te juntas con amigos de tu gran amigo (gente a la que muchas veces ni siquiera conoces) y en los que acabas haciendo cosas que jamás te plantearías llegar a hacer. En la mayoría de las ocasiones, lo que te parecía divertidísimo esa noche a las 4 de la mañana, a la mañana siguiente te produce una sensación de arrepentimiento y vergüenza ajena que te invita a olvidar lo sucedido lo antes posible.
Consejo: Obviamente, evita llevar niños a estos eventos. Nunca habrá nada bueno ni divertido para ellos y no querrás testigos que te recuerden lo que allí ha sucedido.
Nunca llegues a: Si te ves obligado a llevar a tu tierno retoño a una despedida porque te lo han puesto a huevo haciéndola en casa, llevando a la madre de la novia e incluso a la abuela (hemos visto casos), es importante que te asegures de acostar al niño antes de que empiecen las palabras mayores. En este caso, no lo hicieron, y por la mirada de la niña estamos convencidos de que esa imagen tardará en borrarse de su mente absorbente.
Próximo post
Ante la “avalancha” de comentarios, retuiteos, compartimientos de facebook, unomases de google+, tengo que decir y digo: pa qué cojones me habré yo metido en este berenjenal!
Yo que, según paparracho, tengo menos gracia que un guiri bailando por soleares, yo que tengo al guaje en plan toddler (ahí es ná) con fase de mamitis aguda para más inri, yo que llego a acumular más de 400 readers no leídos sin ponerme colorada, yo que a veces tengo que estudiar después de acostar a la fiera (me refiero al niño)… y ahora: ¡este lío mayúsculo! ¿¿de qué escribo en el próximo post??
paparracho: bueno, lo de mamitis aguda es discutible… es que a mí me han tocado últimamente unos días difíciles de curro entre reuniones y karaokes y, claro, el guaje se aferró a lo que pudo…
Sí, a una que pasaba por allí, no te digo!
Pues ahora verás… La culpa de esta mi tensión de quién proviene? De paparracho, que se le ha antojado poner el blog en marcha mucho antes de lo que contábamos. Porque, vamos a ver, pa qué se va a esperar él por lo menos a que pase mi época de exámenes. Nooo, a él le gusta verme haciendo malabares en plan superwoman… Oye cari, que si lo que te pone es la capita, las mallas ajustadas y el antifaz, yo me lo pongo! pero churri, me lo pongo, te bailo si hace falta y utilizo mis superpoderes contigo estando medianamente descansada pero con este estrés de vida no, eh? Que según me echo en la cama soy oreja a la plancha…
paparracho: iba bien la cosa cuando hablabas de disfraces, ropa ajustada y baile, pero lo de oreja a la plancha me trajo a la memoria una canción de los petersellers y ¡se acabó la magia!
Y lo más gracioso del tema es que realmente no me ve como a una superwoman, ya que se permite el lujo de hacer comentarios del tipo: “cómo te envidio pasando todas las tardes con el guaje… lo vas a buscar a la guarde (perdón, escuela infantil, chica, que les sienta de mal a las educadoras), yendo al parque, jugando con él… cómo te envidio…”.
¡Ja! Y un cojón de pato! Vamos hombre, le desborrrda la paciencia a nada que el guaje se revira un poco. Le desborrrda tanto que se terminan enfadando entre ellos y ahí me ves a mí haciendo de Alianza de las Civilizaciones.
¡Y encima soy tonta, que quiero tener otro hijo! La hormona del amor, la oxitocina… esa es la que lo lía todo! Que te hace olvidar las contracciones, los puntejos de los collons (bueno, de lo contrario), la triple tripa (versión trabalenguas), las archiconocidas grietas del pezón, … aaay, el pezón!
No me quiero ni acordar de aquellos momentos tan entrañables con mis tetas secando al aire a través de los ventanucos del sujetador de lactancia, y mi suegro paseando por el salón… mi suegro, y resto de clan familiar, of course, pero es que lo del suegro me marcó; yo que he hecho topless 2 ó 3 veces en la vida y todavía no sé por qué, y termino de lactadora sadomaso. Qué situación más pornograficosa! Ya me imagino el título de la peli: Mamatrix, Duro de mamar, Tetanic, Entre mingas y domingas, El cartero siempre mama dos veces…
paparracho: ves? así, sí. Vas recuperando el tono! Hay otros títulos del género muy buenos, como «Hard Cipotter», «La manolilla del capitán Corelli», «Bailando con zorras» o «Eduardo Manospajeras». Todas ellas reales como la vida misma; de hecho, iba a poner aquí la carátula de esta última para que se viera además el daño que hacen las traducciones al castellano de los títulos, pero mamanatas (que es mú vergonzosa) no me ha dejado.
[No es por vergüenza, es por elegancia]
En fin, que vaya par de dos que rodean mi vida… joé, qué mal suena eso del par de dos después del inciso mamario. A ver, que me refiero a paparracho y al guaje, eh? ¡Qué guerra me dan mis dos hombrecitos! pero ¡cómo los quiero!
Y después de estas reflexiones mi pregunta sigue siendo: ¿¿de qué escribo en el próximo post??
Comidas de navidad de empresa. Hoy: Caída y ascensión de Paparracho
Día de autos: 30 de noviembre (la navidad a la empresa llega cada vez antes)
Lugar del evento:
a) restaurante catalán en Madrid. Con dos cojones
b) karaoke próximo. Un infalible en las comidas de empresa.
Llegamos varios compañeros al restaurante con un hambre de justicia. No en vano, sabíamos que el menú reservado costaba 42 euros y, siendo uno de naturaleza rácana, la intención era amortizar la inversión. Craso error. El menú consistía en:
1) pincheo variado común que incluía un platito de calamares fritos escasos y por debajo del nivel «plaza mayor», surtidito de embutido catalán (que mis amigos catalanes me perdonen pero la butifarra en fiambre me sabe a mortadela barata, el fuet con Tarradellas llegó a su máxima expresión y esa otra cosa que parece medio morcilla medio chorizo solo está preparado para paladares locales), caracoles gratinados con alioli (sí, caracoles, que se comen, amigos!!) y ese plato exótico «masiero» que son los calçots: una especie de cebolleta a medio criar con pinta de puerro que se churrusca al fuego sobre una teja hasta que queda negro y luego te comes en plan «garganta profunda» lo de dentro mojado en una salsa que es lo que realmente está bueno. Sincerémonos: lo mejor de los calçots es que te disfrazan con un babero de plástico que te llega a las rodillas y que nos deja a todos una pinta muy ridícula. Algo así:
2) Varios platos de carne o pescado a elegir. Yo opté por una muy digna carrillera ibérica. Nada que objetar
3) Un trozo pequeño de tarta de chocolate, nivel «caprabo».
4) Café y copita de cava.
Todo ello, como habréis podido comprobar, muy «para todos los públicos»: ¿quién no ha disfrutado alguna vez de unos exquisitos caracoles o calçots? En resumen: Más hambre que el tamagotchi de un sordo y 44 pavos menos en la cartera (el IVA, compañeros!).
Allá por el postre llegó el momento de la caída. Soy experto en cagadas de este tipo, pero ayer me llevé la palma. La jefa suprema cumplía años justamente en la fecha que ella misma había elegido para la cena de navidad, y nosotros, que somos unos empleados majísimos, le habíamos comprado unos regalinos. Se los dimos y se desbordó la emoción. Yo no daba crédito, literalmente dijo, casi entre lágrimas: «Me encanta el boli y también estos cuadernillos. Moraditos, qué ricos. No me podíais haber regalado nada mejor». ¿CÓMO? Y continuó: «Os quiero dar las gracias porque sois un equipo fenomenal […..] y para mí hoy estar con vosotros celebrando esto y mi cumpleaños, que coincide con el de mi madre, es muy emocionante». Hipos, suspiros y lágrimas incipientes. Los pelos como escarpias.
Tal era su satisfacción que decidió recorrer la mesa dándonos besos y algunas palabras directamente y cuando llegó a mí le dije: «¿Y el cumpleaños de tu madre es justamente el mismo día que el tuyo?» Contestó afirmativamente, sonreí diligentemente mientras comentaba la casualidad y rematé: «Por cierto, ¿y cómo está tu madre?» Me miró atónita y dijo: «paparracho, falleció hace un año».
Tierra trágame. ¡Lo peor es que lo sabía, había ido hasta al tanatorio y se me había olvidado! Uno de los momentos más embarazosos de mi vida. Tal debió ser mi cara empapada en sudor frío que casi tuvo ella que consolarme a mí… record de falta de inteligencia emocional masculina. Debí ser la única persona de los 40 que allí estábamos que no se dio cuenta de que la razón de la emoción no era el moradito de los cuadernillos!!!!
mamanatas: todavía recuerdo cuando en la feria del libro le soltaste a Carmen Alborch (que me estaba firmando el libro de «Malas») que si estaba la mitad de bien que «Solas» te encantaría (por supuesto, el libro sin haberlo leído y tú pensando que era en el que se basaba la peli del mismo nombre, que nada que ver…). [No lo puedo sacar de casa]
Bueno, después de este momento de crueldad gratuita por parte de mi señora, prosigo: la cosa continuó en el karaoke, cuando por fin comenzaba a ser yo mismo (acabar un gintonic tras la copa de cava en 3:47 minutos ayudó un poquito). Los que me conocen saben que tengo una pésima voz pero una magnífica afinación y sentido del ritmo. Por no hablar de una excelsa actitud que hacen que me crezca en los karaokes. Fui remontando, fui remontando… y triunfé. Mi jefa abrazada a mí cantando el «solo pienso en ti», «cartas amarillas»… una celebridad, vamos! Tal es así que unas chicas que acaban de incorporarse al departamento y con quienes no había hablado nunca me dieron un poco de conversación. Así me enteré de que las susodichas tenían 23 y 24 años. Llegamos a un punto de conversación donde me dijeron:
– ¿Tú eres interno o subcontratado (como nosotras)?
– No, yo soy interno. Llevo aquí ya 8 años- dije yo.
– ¿8 años? No puede ser, si yo pensaba que tenías 28 ó 29- dijo una
– ¿No?, pues andará por los 32 o así – terminó la otra.
Angelitas… Henchido como un pavo, les dije que estaba a 4 meses de los 37 y me sentí muy contento con su mentira piadosa, pero sobre todo, me sentí muy viejo pensando que cuando estas nacieron ya iba yo al instituto. Lamentable.
mamanatas: casi 37, joé, qué mayor y yo sin darme cuenta. Ya sé que dirás que es «momento celos» pero no! Ay, alma cándida… no ves que son subcontratadas… lo que hacen los gintonics (que, por cierto, tú siempre dijiste que eran de puretas) y dos
zorritasangelitas jóvenes…
(Un encanto las chicas… esta mañana las tuve que invitar a un Nespresso, claro). En fin, que vi la hora que era y tanteé el percal llamando a mamanatas para decirle que iba un poco justo para llegar a acostar al guaje (mal padre). Su respuesta no sonó mal, así que me tomé un tercer gintonic y volví raudo a MI escenario con mi jefa.
Al final llegué a casa lo suficientemente pronto para acompañar a mamanatas en su cena y lo suficientemente tarde para no pillar al guaje despierto. Un par de horas más tarde, él se despertaría de una pequeña pesadilla y no querría mirarme ni a la cara. Ni chupete, ni agua, ni brazos, ni nada. Lloraba desolado y me daba manotazos. Entró su madre, y se calló al instante. Fue su terrible venganza.
Menos mal que esta mañana ya me había perdonado!!!!
mamanatas: ¡no como yo! «Su respuesta no sonó mal…» [Qué rabia me da que no pille mis indirectas…]
Si es que no habláis claro, joder! 😛