Un pistolero llegó a la ciudad…
…Y tiene el gatillo fácil, que lo sepáis.
Hace unas semanas, la maravillosísima profe del guaje nos comentó que ya hacía pis en el orinal y que teníamos que animarnos también en casa. La verdad es que nos pilló por sorpresa, y no por extraordinario sino porque, como buenos padres primerizos, somos unos niputaideístas de tomo y lomo: El guaje ya pasaba del año y medio, así que no era ningún superdotado en control de esfínteres ni mucho menos.
mamanatas: ay, pobre, si es que es muy pequeñín todavía… [modo yopormihijomato ON]
Había que meterse en harina… teníamos el orinal de mickey mouse que había llegado de Gijón con todo el cariño de los abuelos y solo había que intentarlo. Como suele ocurrir, el guaje lo puso facilísimo. Este niño es así: duerme bien, come bien, mea bien, no le duelen demasiado los dientes… ¿¡Cómo coño se puede mantener un blog aspirante a divertido de esta forma!?
Al peque le entusiasma el momento orinal. Si está aburrido, dice «mamáaaa/papáaaaa, piiih» y allí que nos vamos en comandita. Tiene todo un protocolo, no os creáis: él se baja los pantalones, tú le desabrochas el body, él se quita el pañal, te agarra una mano para sentarse con cuidado… ¡y te pide un libro! No sé a quién ha salido, como casi nunca, pero es un fanático de la lectura en el trono. Si no hay cuento, no hay pis, y mucho menos muñequito de barro (hasta ahí podríamos llegar).

Nunca he entendido el gusto por la lectura en el WC, pero es una costumbre masiva. Para muchos, esta imagen representa el paraíso...
Él se lo toma con calma. Yo creo que lo que más le gusta es tener un ratín tranquilo con sus cuentos y la cola al aire y un papá que lo mire con expectación… termina un cuento y yo pregunto «¿ya? ¿hiciste pis?«. Un escueto «no» sin darse nada de importancia y una nueva petición de libro es toda su respuesta. Terminados dos o tres cuentos y gran parte de mi paciencia él dice «bebéeee» señalando una revista de peques… otros 5 minutos de lectura apasionada. No lo he comentado antes, pero el bidet en casa tiene más ejemplares de literatura infantil a estas alturas que la biblioteca del barrio.
Llega un momento en el que yo ya no puedo más y le intento convencer de que hay que levantarse. Protestando un poco me ofrece las manos para ayudarlo a levantarse y sin estar del todo de pie ya se gira a ver su obra de arte. Ahí pueden ocurrir varias cosas:
- Orinal impoluto: algo de cara de desilusión en el guaje, sensación de pérdida de tiempo en el papá y palabras de ánimo y consuelo. ¡No pasa nadaaaa! ¡Ya verás qué bien la próximaaaaa!
- Dos gotas de pis: Ilusión contenida paternal, emoción por parte del guaje ante la misión cumplida (el pobre se lo toma en serio) y nueva actuación estelar grupal consistente en echar las dos gotas por el WC y tirar innecesariamente de la cadena entre aplausos infantiles.
mamanatas: A veces veo… ecologistas (y tengo miedo).
- El Orinoco: Lo intuyes cuando ves que el pañal está seco. Y a pesar de que las veces se cuentan por decenas a estas alturas, no deja de sorprenderte el tamaño que debe tener esa vejiga. PIIIIHHH, PIIIIHHH, dice el cachondo mientras da saltos y aplaude. Qué entusiasmo ante las pequeñas alegrías de la vida. Ser bebé tiene que ser genial; qué pena que no nos acordemos de mayores.
- El Orinoco con canoa: Sin palabras me quedo… es ver que empieza a guiñar el ojo y me echo a temblar, porque él lo suelta rápido, pero el ritual lector no se acorta. «Peque, venga, que ya acabaste«, imploro. Él «mah, mah«… y ahí me tiene sus 10 buenos minutos releyendo el chupete del ratón nicolasete, los animales en la granja y el último número de la revista de turno. Cuando mi pituitaria no puede resistir más suelo terminar de convencerlo para levantarse y quien no sea padre no podrá imaginar la ilusión con la que el guaje se ha cagado literalmente en Mickey. Alborozo, jolgorio, bailes… ¡Con qué emoción recibimos los padres esos primeros mojones!
mamanatas: Todavía recuerdo un día, no muy lejano, mientras yo planchaba y el padre estaba con el guaje en ese momento mojón, que cada 30 segundos venía a quejarse diciendo una frase de estas: «pero a este niño qué le pasa, está recreándose en el olor, no lo entiendo, cuánto tiempo va a estar así, no aguanto más, me dan arcadas, vas a tener que venir tú». Y yo sin decir ni mú, mirándole con cara de circunstancia, y descojonándome cuando no me veía, jijiiji.
La clave dicen que está en que el niño vea que utilizar el orinal es guay y que así va asociándolo y aprendiendo a contener sus ganas. La verdad es que tanto baile está funcionando muy bien y está mejorando muchísimo últimamente, aunque nos ha hecho pasar algún rato inesperadamente divertido como estar en el patio hablando amigablemente con un vecino de la última avería del ascensor, sentir un tirón de la manga y de repente ver a un mico de 82 centímetros a tu lado poniéndote los ojitos del gato de Shreck, diciéndote «papá, piih» y con los pantalones por las rodillas. Esto ha ocurrido también en el supermercado, en la farmacia y en la catedral de Zamora. El guaje nos ha salido exhibicionista y sacrílego!
Sin embargo, la mejor situación ocurrió en casa hace unos días: mamanatas estudiaba mientras yo le daba la comida al peque. Termina de comer, le digo que si quiere hacer pis, dice que no y, tras un beso a mamá, lo echo en su cuna. Él es muy disciplinado con lo del sueño y se suele quedar tan tranquilo allí, se duerma inmediatamente o no. A veces tenemos que entrar en un par de ocasiones porque notamos que está jugueteando con la persiana o los barrotes de la cuna, pero más pronto que tarde, se desploma en los brazos de Morfeo.
Aquel día, mientras preparábamos nuestra comida sentimos algo de ruido, pero fue solo por unos segundos. No le dimos mayor importancia y nos pusimos a comer tranquilamente. De vez en cuando sentíamos algo en el intercomunicador, pero era tan leve que lo achacábamos a sueño inquieto, vueltas en la cuna o algo de ese estilo. Los ruiditos eran cada vez más frecuentes al terminar el postre, así que concluimos que el niño ya estaba despierto (o que nunca se llegó a dormir del todo) y que había que levantarlo. Abrimos la puerta sigilosamente ¿y qué nos encontramos?
Persiana subida hasta arriba, forro del cambiador (elástico como una sábana bajera) suelto en tres de sus cuatro esquinas, el intercomunicador (que estaba sobre ese forro) en manos del guaje que jugaba con los botoncitos como si de una Nintendo se tratara y el guaje… el guaje estaba sin los pantalones del pijama y sin el pañal y al vernos empezó a dar saltos de alegría diciendo PIIIIHHHH PIIIIHHHHH. No lo pedía en esta ocasión, porque ya se había encargado de marcar el territorio por toda la cuna, maderas, telas y mantas incluídas.
No sabíamos si descojonarnos de la risa o comérnoslo, así que hicimos las dos cosas. Lo mejor es que pese a todo, lo pusimos en el orinal y muy diligentemente nos soltó una canoa sin orinoco de por medio, así que podemos darnos por contentos!!!!
La vida de estudiante (+ mamá) NO mola
Después del tiempo de ocio de los machos contado por paparracho, esta es mi experiencia como estudiante-mamá. Simplemente agotador, extenuante, abrumador, difícil, duro, fatigoso y demás sinónimos, pero no tomados uno a uno, no, todos juntitos, que pesan más.
Por supuesto, nada que ver con los años de juventud en los que te lo pasabas pipa y tu mayor preocupación era «¿cuándo es la próxima fiesta?» o «jooo, y fulanito no vaaa«… Cuando tu estado femenino ha pasado a ser el de mamá 24×7 te descojonas de las gilipolleces aquellas.
Durante la semana me resultaba complicado ponerme a estudiar ya que después del insti me daba tiempo a comer y poco más; después recogía al guaje de la guarde y nos íbamos al parque con la intención de que desfogara un poco y que al volver a casa me dejara hacer alguna tarea doméstica… ¡ja!, si a paparracho con treintaytantos no le importan las bolas de pelusa rodando por el pasillo haciendo carreras ilegales cómo le van a importar a un renacuajo de menos de 2 años.
paparracho: no es que no me importen. Ya te lo he explicado alguna vez: es que tengo una tolerancia al desorden y a la suciedad mayor que el tuyo. Y no digas treintaytantos, que parece que tengo un montón: 36, ¡al menos hasta mañana!
Así que de lunes a jueves ponerme con los deberes antes de las 21.00 era prácticamente imposible.
Los fines de semana, que ya estaba paparracho para encargarse del guaje, eran otra historia. Oye, como si viviera sola: ni un solo ruido, ni una mínima interrupción, nivel máximo de concentración… jajajjuajajijjajojojoajajja, ¡pero qué graciosa me he levantado hoy! recopilemos unas cuantas situaciones reales:
Situación 1: mamanatas encerrada en la habitación. Intentando empollar contratos, indemnizaciones, finiquitos (pa’ná tal y como están las cosas). El guaje, que sabe perfectamente dónde está su mamá (yo creo que me huele), aporrea la puerta y grita (tipo Pedro Picapiedra): ¡¡¡mamaaaaaaaaaaaaá!!!
¿Qué haces? ¿No abres? Si es que te lo lleva el útero: tienes que abrir y darle un achuchón por lo menos.
paparracho: sí, darle un achuchón a él y un bocinazo a mí por no tenerlo suficientemente entretenido!
Situación 2: mamanatas en la misma habitación pero con la puerta abierta. Nada de empollar. Intentando hacer un programilla. Juego favorito del guaje: entrar corriendo en la habitación con su correpasillos, decir hola con una sonrisa de oreja a oreja, salir corriendo de la habitación mientras me tira un puñao de besos con la mano. Y así, mil veces.
¡Me lo comooooo!
Pero claro, después de las mil veces el programilla sigue sin funcionar y vuelta a repasar el código por enésima vez: el día de la marmota, versión friki.
Situación 3: mamanatas, puerta cerrada. Por la hora que es, niño insoportable y papá también: aguante mutuo bajo mínimos… Esta situación puede derivar en dos:
- mamanatas sale en plan Gandhi, pacificando… aaall we are saaaaying is give peace a chance… c’mon everybody! o
- mamanatas sale como el león de la metro y al final los dos ¿adultos? de la casa acaban discutiendo como si no hubiera un mañana mientras el niño, que hace 30 segundos estaba porculero total, se descojona abiertamente en nuestra cara; es su versión pacificadora.
paparracho: Se admiten apuestas! Hagan juego señores!!! ¿Ya? pues los que apostaron por la segunda opción, que pasen a recoger su premio. Así fue siempre!
Popurrí de situaciones:
- paparracho se lleva de paseo al guaje:
– ¿llevas la merienda?
– ah, no, se me olvidaba; ahora la cojo
– siempre igual, cómo se apañarían si yo no estuviera…
2 horas después; sin duda a una hora intempestiva para la merienda, conversación por tlf:
– ¿qué tal todo? ¿lo estáis pasando bien? ¿se está portando bien? ¿qué tal ha merendado?
– ups, ¡la merienda! es que como estaba entretenido se me pasó, pero no te preocupes que se la doy ahora
– grrrr (¡eran las 19:00 hora zulú!)
paparracho: esto ya lo había confesado yo. No hace falta hacer sangre! Además, que lo sepas, casi todo el mundo, mamás incluídas, reconocieron que le podía pasar a cualquiera!
- paparracho se encarga de la cena del guaje mientras mamanatas está encerrada en la habitación:
– ya verás qué cena tan rica te voy a dar hoy
– tiiii
– hala, venga, coge el babero y a la trona
– whatsapp enviado desde el encierro: “pijama antes, porelamordediós”
– espera, te saco de la trona que nos falta el pijama
– buaaaaaa!!!!!!
– grrrrrr
paparracho: jejeje, esto pasó varias veces, sí. ¿A que también le puede pasar a cualquiera?
- paparracho con el guaje y unos amigos salen a comer por ahí:
Conversación por tlf:
– ¿sabes que no nos hemos traído la bolsa del carrito?
– ¿nos? querrás decir que no te has llevado…
– sí, bueno, no sé… la cuestión es que no tenemos pañal ni agua ni chupete
– ¿llevas la mochilita de Pocoyó como te dije?
– ¡sí, claro, por supuesto!
– sí, claro, por supuesto… cómo puedo ponerlo en duda; ahí tienes un pañal, agua y también galletas
– eeeeer, ¿y un chupete no hay? para la siesta, digo
– pues creo que no pero míralo a ver que yo desde aquí no puedo
– pues no, no hay. Bueno me tendrá que dejar mi hermana uno de la sobri
– es un chupete de una niña de ¡5 meses!
– sí, bueno, pero seguro que se apaña igual…
– grrrr (Obviamente esa tarde la siesta fue una estafa)
paparracho: FALSO! No pude hacer el truco de que se durmiera nada más comer delante de todo el mundo, pero en cuanto nos pusimos en marcha, roque total. Hasta fuimos al Caixa Fórum y nos vimos dos (no una, no, dos) exposiciones!
Las confesiones de paparracho en su último post tampoco tienen desperdicio, pero no voy a seguir poniéndolo en evidencia en sus labores de padre de familia monoparental temporal porque sé que es tarea difícil y porque en realidad lo hace ¿muy bien? ;P… o por lo menos con mucho amor.
Y, a pesar, de que me lo he pasado pipa con mis compis de clase, sigo pensando que la vida de estudiante (+ mamá) NO mola. Y después viene la de conciliar… jajajjuajajijjajojojoajajja, hoy estoy pa’l festival del humor…
Fines de semana «de machos» con el guaje
El guaje y yo llevamos 3 semanas haciendo planes más o menos solos. Mamanatas ha aparecido puntualmente como en el caso del gran evento madresférico, pero la verdad es que la pobre está recluída preparando los exámenes finales, que son esta semana. Si todo va bien, la tendremos al 100% con nosotros a partir del viernes. La verdad es que la echamos de menos, pero que nos quiten lo bailao al guaje y a mí en estos últimos findes. Hemos hecho cosas guays de las que únicamente hacemos los hombres cuando estamos solos.
mamanatas: 3 semanas dice… ya será menos, a ver si el guaje se cuida solo de lunes a viernes. Y encima siempre te buscas cosas guays cuando no estoy para luego restregármelo.
Inciso: ¿Os he contado alguna vez cuánto admiro a mamanatas? pues si lo he hecho, me repito: a los cuatro meses de tener al guaje y recién incorporada al paro, tuvo el arrojo de volver a estudiar (10 años después) y está a puntito de terminar un Grado Superior de Informática. Todo ello compatibilizándolo con la crianza del guaje (porque yo antes de las 19:30 es raro que esté en casa) y con buenas notas. ¡Aprieta un poco, que solo te queda una semana y ya te podrán explotar como corresponde en el mercado laboral!
mamanatas: Que no, que no te empeñes; que esta noche me va a doler la cabeza y punto.
Bueno, pues como decía, qué cantidad de cosas hemos podido hacer juntos:
- Hemos paseado por el centro varias veces sin más logística que una mochila (para portar sus gráciles 11 kilos cuando él se cansaba) y una bolsita de pocoyó con unas toallitas y un par de pañales por si las moscas. Pudimos disfrutar de varios músicos callejeros, lo que hoy por hoy es su principal afición. Estoy pensando en sacar tajada de esto y pedirles comisión, porque es ponerse el niño a bailar delante de ellos y empezar a congregarse gente allí. Miren, miren:
- Hemos estado de cañas con amigotes, algo imprescindible en hombres que se precien. También nos hemos ido de comilona con esos amigotes y he aprovechado a hacer la exhibición con el truco que tenemos ensayado el peque y yo: durante el vermut, le doy la comida y al terminar de comer él, yo le digo: ¿dormimos ahora? El dice: Síííííí, le echo para atrás la silla, le pongo el chupete, lo tapo con mi chaqueta y a sobar sin protestar. Los amigos con la mandíbula desencajada. Más todavía cuando no se despertó hasta que estábamos terminando el segundo y aprovechó para finiquitar los platos de cochinillo, lechazo, solomillo y chuletón que teníamos sobre la mesa. Y siempre con la mejor de sus ronrisas!
- Nos hemos ido a ver la prueba de sonido de unos amigos que debutaban en directo con su grupo. Ni que decir tiene que se animó con la batería, y es que ahí tenemos un filón. Allí, en 5 minutos que lo dejé a cargo de un amigo, volvió con una nueva cosa aprendida. Me lo trajo en brazos y le dijo: ¿cómo se dan besos a las chicas? y ¿qué hizo el guaje? pues sacar la lengua y moverla como relamiéndose los labios. ¡Tiene futuro!
mamanatas: Por este tipo de cosas los amigotes tienen tan mala fama.
- Hemos ido a comer cosas ricas y muy calóricas, por ejemplo, comida mejicana. Le encantó y además, tuvimos la ocasión de repetir la exhibición del «¿dormimos ahora?» 😉
- Hemos ido un par de veces a andar en bici juntos. Después de todo el invierno sin montar atrás conmigo, al principio le daba un poco de miedo, pero a los 100 metros ya iba chillando de felicidad y haciendo «uooohhhh». El último paseo en bici, ayer, a la Quinta de los Molinos, donde ya habían florecido los almendros. Espectacular.

Así estaban ayer los almendros en la Quinta de los Molinos. Increíble. No dejéis de verlo si vivís en Madrid ¡No hace falta irse a Japón!
- Hemos ido juntos a comprar los regalos de aniversario para mamanatas. Pese a llevar al niño en la mochila haciendo todo tipo de monadas para encandilar a las dependientas, no conseguimos ningún descuento extra. Eso sí, hemos incorporado una nueva experiencia juntos a nuestro currículo: visitar una tienda de lencería. ¡Qué bonito compartir entre generaciones!
mamanatas: Yo creo que lo usas para ligar, ¿no? Y ni con esas… 😛
- Hemos ido a ver juntos un partido del Sporting. Se portó muy bien con sus pinturas y sus aspitos (mientras yo daba cuenta de un par de buenos GTs), aprendió a decir ¡PO-TIN! y ya reconoce perfectamente el escudo, el himno y los colores de nuestro equipo. Como padre, no puedo estar más orgulloso de él. La baba la puedo recoger en cubos de fregar.
- Por último, hemos podido ir al Menudo Fest a ver tocar en directo a Pantones y The Imperial Surfers (aquí sí pudo venir mamanatas y también los amigos desaforados). Desde el minuto 1 intentando subirse al escenario y yo sujetándolo hasta que los propios músicos invitaron a los niños a subir. Él fue el primero en romper el hielo y ahí se puso entre la cantante y el guitarra, delante de la batería. Luego agarró baquetas y todo, y a tocar como uno más. ¡Este niño nos retira!
La verdad es que, aunque es muy cansado encargarse durante todo el día del guaje una sola persona, hemos demostrado que los papás podemos ser completamente autosuficientes con los peques. No todo ha sido perfecto pero como la transparencia ha de ser total, me desnudo aquí delante de todos y voy a contar lo que no he confesado ni a mamanatas durante estos días (antes de publicar me pondré la bufanda anticollejas):
- En dos ocasiones, estando fuera de casa 6 y 8 horas respectivamente, no hubo cambio de pañal. Los motivos son claros: no olía a caca, no estaba mojado y estábamos muy entretenidos como para acordarnos de eso. Bueno, para ser sinceros, en una de ellas (la de 8 horas) sí hubo cambio de pañal. Ahí sí que lo noté porque estaba mojado… :S
- La vez que fuimos a ver el fútbol… joder, cómo digo esto… ¡me salté la merienda! ¡fui un padre terrible! Por eso el pobre devoró dos paquetes de aspitos y quería lanzarse a los kikos como si no hubiera un mañana. No me di cuenta hasta que no llegué a casa y al guardar la neverita vi que había un potito sin empezar. Lo guardé en el armario y me callé como un zorro. Luego, la cena no la vio delante. Mientras estáis leyendo esto, posiblemente aún me duelan las heridas que seguramente me haya ocasionado la ira de mamá.
mamanatas: Lo del pañal tiene un pase (más que nada porque a mí también me ha ocurrido, jejeje). Pero lo de la merienda: ¡esto no tiene nombre!. [Y luego piden custodia compartida: ¡hay que joderse!] 🙂
Esto es todo por ahora. Os dejo con un vídeo en el que se ve cómo nos lo pasamos en el Menudo Fest. ¡Sobre todo él!
¡Suerte con esos exámenes, mamanatas! ¡Solo quedan unos días!